Al terminar la magistral recopilación de trabajos y conferencias publicadas por José Ortega y Gasset (1883-1955) y editadas en la colección austral de clásicos castellanos, acerca de algo tan importante como la estética y la belleza, se añaden como extra algunos artículos de prensa de nuestro filósofo más importante del siglo XX. Se trata de escritos realizados con la intención de divulgar y poner al alcance del público culto sus agudas reflexiones.
Al releer esos artículos de prensa, hay uno en el que vale la pena detenerse de modo especial, aunque sea brevemente, pues refleja muy bien el pensamiento del autor y, también, las mentes tan preclaras de los escritores y pensadores Pío Baroja y de Azorín, respecto a una materia tan interesante como es la estética y el arte. El artículo se denomina “Diálogo sobre el arte nuevo” y nos traslada de modo bastante exacto una conversación entre Baroja y Azorín, que había tenido lugar en el comienzo del verano de 1924 en una librería de Bayona.
En primer lugar, el cronista, nada menos que Ortega y Gasset, se detiene en enmarcar el hecho, recordando como Azorín no viajaba a ningún lugar donde no hubiera una librería, pues tal era su afición y su descanso: visitar detenidamente las librerías de la zona donde estuviese. Lógicamente, Bayona era un lugar privilegiado, pues sus librerías debían reunir obras editadas tanto en España como en Francia, a la vez que reuniría trabajos que llegarían de otros tantos lugares de Europa. Además, señala que a Azorín le gustaba también pasear, por el mismo motivo, por San Juan de Luz y Biarritz, a donde llegaba desde San Sebastián donde se alejaba. El otro de los protagonistas, Pío Baroja, vivía en su casa de Vera, y es caracterizado como “temperamento siempre fronterizo, habita un viejo solar que es la última habitación de la Península en su linde con Francia (…) aunque fondea también en las librerías que le salen al paso, su propósito es más bien ver a la gente” (181).
El caso es que Azorín había escrito un artículo en la prensa sobre “El campo del arte” en donde se definía claramente contra el arte nuevo. Al comentarle Baroja que lo había leído, le pregunta Azorín: “Y qué, ¿no está usted de acuerdo?”. A lo que respondía Baroja: “No puedo decir que no esté de acuerdo. Lo que me pasa es que no lo entiendo”. Ante la sorpresa, preguntaba Azorín: “¿no está claro lo que digo?”. Es interesante el final de la discusión: “Claro lo es usted siempre, Azorín. Mejor dicho, es usted la claridad misma” (182).
Enseguida, Ortega recogerá la claridad de Azorín con expresiones como: “La humanidad es vieja, y ha hecho todo cuanto tenía que hacer” (184). O un poco más adelante, con la misma claridad: “El arte es eterno” (185). Y ante los comentarios suaves y medidos de Baroja que intentaba componer, Azorín atestaba: “La materia y el espíritu serán siempre lo que han sido” (186).
José Carlos Martín de la Hoz
José Ortega y Gasset, La deshumanización del Arte, ed. Espasa Calpe, Madrid 2017, 238 pp.