El profesor Emerich Coreth SJ (Austria 1919-2006), catedrático de historia de la filosofía de la universidad de Innsbruck, ha publicado en ediciones Sígueme un inteligente y documentado trabajo acerca de la presencia de Dios en la historia del pensamiento filosófico que deseamos comentar, aunque sea brevemente. Las introducciones a cada uno de los personajes, las explicaciones de las corrientes de opinión y la presentación de las diversas escuelas son magníficas, así como la crítica de las diversas posturas que reflejan esos autores a lo largo de la historia.
Las conclusiones de este magnífico trabajo podrían enunciarse brevemente: en primer lugar, afirma nuestro autor que Dios sigue siendo el tema más importante por antonomasia. Es más, la idea de Dios es muy anterior al pensamiento filosófico. De hecho: ”toda religión contiene una concepción del mundo y de la vida, en el sentido de que es una interpretación del mundo y de la vida humana” (13).
Verdaderamente, debemos afirmar, según nuestro autor, que “la realización consciente y expresa de la trascendencia esencial es la religión (…) de la reflexión sobre ello brota el pensamiento religioso” (15). Queremos señalar, seguidamente, algunas luces particulares que hemos extraído: Platón se acercó mucho, aunque no terminó por hacerle a Dios el creador del mundo, sino sólo su ordenador y rector, pues para él mundo era eterno (58). Aristóteles que parte de la experiencia acaba llegando a Dios como el motor inmóvil causa del movimiento universal (59-60).
En la línea de Ratzinger, habremos de recordar con Coreth: “el empeño por establecer una comunicación entre la fe religiosa y el pensamiento filosófico, que hasta entonces había sido extraño para el judaísmo, marca una tendencia, influyendo especialmente en el pensamiento cristiano de los primeros tiempos en Alejandría (Clemente y Orígenes)” (67).
Es importante traer a colación a los neoplatónicos que aparecerán en la historia: “surge en Escoto Erígena el problema que más tarde reaparecerá constantemente en pensadores cristianos neoplatónicos como el Maestro Eckhart, Nicolás de Cusa y otros. Sus formulaciones son cristianas pero formuladas como el neoplatonismo con asomos de panteísmo” (117). Contra esto el mejor antídoto es Santo Tomás para quien Dios es: “Ipsum ese subsistens” (S. Th I, 4, 2). Es decir, “Dios existe en sí mismo como plenitud del ser, diferenciado -en absoluta trascendencia- de todos los entes finitos” (130).
Conviene añadir algo sobre Duns Scoto: “La acentuación del ser individual en contra de la preeminencia de lo universal (…) conducirá al nominalismo y al empirismo hasta llegar al individualismo moderno” (140). Además, su discípulo, Guillermo de Ockham, caerá en: “el escepticismo crítico ante el pensamiento metafísico se llama nominalismo” (142).
José Carlos Martín de la Hoz
Emerich Coreth SJ, Dios en la historia del pensamiento filosófico, ediciones Sígueme, Salamanca 2023, 395 pp.