El Papa Francisco, el trece de marzo de 2015, ha anunciado la convocatoria de un año jubilar de la misericordia para toda la Iglesia que comenzará con la apertura de la puerta santa el 8 de diciembre y terminará el día de Cristo Rey del 2016. El comienzo del año jubilar extraordinario coincidirá con los 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II y tendrá como centro la misericordia de Dios.
Desde el siglo XIV, la Iglesia a través de los jubileos o extraordinarios abre los tesoros de la gracia recibida de Jesucristo e invita a los fieles del mundo entero a ganar la indulgencia del año santo, con las condiciones requeridas y mediante las facultades concedidas a los sacerdotes del mundo entero y de Roma.
El significado profundo de los años jubilares es la renovación por la conversión del corazón y la recepción de la confesión sacramental, por lo que espera el santo Padre la misericordia de Dios y el perdón de los pecados a través de este sacramento. El Santo Padre desea llamar a los fieles del mundo entero a meditar con mayor profundidad sobre el don de la misericordia de Dios.
El anuncio oficial tendrá lugar el 12 de abril, domingo de la Divina misericordia, fiesta instituida por Juan Pablo II el primer domingo de Pascua y asimismo, fecha del fallecimiento, de la beatificación y de la canonización de este Romano Pontífice tan querido.
Precisamente san Juan Pablo II escribió la encíclica Dives in misericordia, el 30 de septiembre de 1980, era la segunda Encíclica en los comienzos de su fecundo pontificado. En ella hay abundantes luces y sugerencias sobre este misterio insondable y conmovedor del Dios misericordioso.
Un atributo divino especialmente impulsado por Dios desde las revelaciones a Santa Faustina Kowalska (+1938), que fue canonizada el 30 de abril de 2000 por Juan Pablo II, quien consagró el mundo al Amor misericordioso el 17 de agosto de 2002 en Lagievniki. Como afirmaba Juan Pablo II: “La misericordia de Dios pone un límite al mal”.
La noticia no ha extrañado puesto que, desde el comienzo de su Pontificado, el Papa Francisco ha llamado al Pueblo cristiano a meditar frecuentemente sobre la misericordia de Dios y él mismo ha tenido innumerables gestos de misericordia. Dios es rico en misericordia y nosotros también hemos de aprender a serlo: "sed misericordiosos como vuestra Padre es misericordioso". De ahí que ya desde la Homilía del comienzo de su pontificado, el Papa Francisco nos llamara llamaba a la misericordia y a la ternura con los demás.
José Carlos Martín de la Hoz
Juan Pablo II, Encíclica Dives in misericordia, 30.IX.1980