Elizabeth Gaskell (1810-1865) es una de las grandes escritoras inglesas del siglo XIX, La casa del páramo (Alba, 2019), su segunda novela, tiene lo que Miguel Delibes consideraba esencial para un buen relato: una historia, un paisaje y un personaje. La historia es una trama amorosa en la que están implicadas dos familias, los Browne, con la madre, viuda de un pastor anglicano, y sus hijos, Edward y Maggie, y la anciana Nancy, que vive con ellos y ayuda en las tareas domésticas; y los Buxton, un terrateniente, con su mujer, gravemente enferma, su hijo Frank y Erminia, huérfana de la hermana del progenitor. El paisaje es una zona agrícola y ganadera no muy lejana de Liverpool, descrita con precisión. La gran protagonista es Maggie, un personaje difícil de olvidar, porque, bajo una apariencia de ingenuidad y timidez, se va agigantando por su bondad, fortaleza y valentía hasta el heroísmo.
Los demás protagonistas están bien perfilados, con sus virtudes y defectos, y con el temperamento bien matizado, por lo que resultan muy humanos y cercanos, como si fuera gente conocida por el lector. El tema de fondo, más allá del proceso de enamoramiento entre Maggie y Frank, no exento de dificultades, es la contagiosidad del bien, el bien que hace el bien, podría decirse de un modo redundante, porque es Maggie, con su bondad tan natural, la que logra enderezar el rumbo de los acontecimientos y mover al cambio de conducta de otros personajes, a la conversión, en definitiva. En ese aspecto, el relato es universal y para todos los tiempos, aunque aquí se desarrolle en un marco rural del siglo XIX en Inglaterra. La prosa de Gaskell es viva y elegante, en la cuidada traducción de Marta Salís.
Luis Ramoneda
Elizabeth Gaskell. La casa del páramo. Alba, 2019