Estaba estos últimos días leyendo el interesante trabajo del catedrático de la Universidad Complutense, Carlos Rodríguez Braun, sobre el Estado y el mercado y, pensando en las elecciones del próximo 23 de julio, se me antojaba que nuestro catedrático de pensamiento económico había acertado indudablemente en el tema de su aportación y en el momento adecuado. Se trata indudablemente de asuntos de auténtico calado.
El sábado fui a la librería Nebli, Troa, de la calle de Serrano de Madrid donde, a pesar del calor de la calle se estaba muy bien, llena pero en silencio para disfrutar de los libros y de las novedades. De repente una de las personas sabias de la librería me insinuó el último libro de Enrique García Máiquez, mi paisano, con el que tuve la suerte de departir e intervenir en un coloquio moderado por él en un castillo donde tiene su sede bodegas Caballero en el Puerto de Santa María para hablar de la beata Guadalupe Ortiz de Landázuri.
Efectivamente, la elección de esta persona ha resultado todo un éxito, pues leer a un poeta gaditano en estos tiempos es un verdadero regalo de la providencia divina, puesto que sus premios de poesía y la gracia con la que redacta sus columnas y ensayos siempre son indudablemente muy sugerentes y, sobre todo, se disfruta con su escritura.
En esta ocasión escribe sobre un tema verdaderamente apasionante e innovador: “El buen humor de Jesucristo”, es decir, su risa, su guasa, sus bromas, sus chispeantes comentarios y, sobre todo, su confianza absoluta en Dios Padre. Precisamente, esta es, según el papa Francisco, la llamada más apremiante a la humanidad en el inicio de este tercer milenio, como expresa gráficamente el santo Padre en la inolvidable Encíclica “Amoris laetiae”.
El propio autor, en su largo introducción, señala los objetivos de su trabajo: redactar un sencillo comentario, sin notas de especialista, de todos los textos del Nuevo testamento donde Jesús aparece de buen humor, riéndose, haciendo comentarios que levantan al ánimo, provocando la sonrisa y llevando la alegría incontenible de los hijos queridísimos de Dios.
No olvidemos que gracia viene de gratis, de donación incondicionada, de amor sin tasas ni medidas, de fortuna, de algo inmerecido, de reírse de la vida y de sus dificultades. Por eso pensar en que todo es gracia y ayuda de Dios, también el buen humor y el optimismo nos ayudará y mucho. Desde luego leer estos comentarios del poeta García Máiquez despertará las ganas de vivir y de amar a Jesucristo con fidelidad renovada.
José Carlos Martín de la Hoz
Enrique García Máiquez, Gracia de Dios, su sonrisa en el Evangelios, ediciones monóculo, Madrid 2023, 244 pp.