La actual deriva de la juventud en el camino de la belleza y de una personalidad integral, muestra que el celibato en el siglo XXI será, indudablemente, una opción seguida por muchos jóvenes que, como en otros tiempos, desearán el amor total que solo se encuentra en Cristo vivo.
Hace ahora veinte siglos san Pablo habló con tanto calor a los hombres y mujeres de Corinto de Jesús de Nazaret y les mostro las dimensiones eternas y verdaderas de su corazón que quedaron prendados de él y muchos abrazaron el celibato apostólico con un entusiasmo parecido al del propio Pablo (1 Cor 7, 40)
Prueba de que ese hecho no fue aislado es que uno de los padres apologistas, Atenágoras, afirmaba en uno de sus discursos que ya en el siglo II había muchos hombres y mujeres que vivían el celibato apostólico en las comunidades con toda naturalidad: “Y hasta es fácil hallar a muchos entre nosotros, hombres y mujeres, que han llegado a la vejez célibes, con la esperanza de más íntimo trato con Dios”.
Precisamente el profesor Stefano Guarinelli, (Milán 1960) doctor en teología y psicología dedica este trabajo a hablar del discernimiento vocacional del sacerdote y comienza por ayudar a discernir a los candidatos si Dios realmente les ha concedido el don del celibato.
Una vez discernido el celibato, es decir plenitud de amor con Él, quizás de modo muy psicológico, el autor desciende a enseñar si con ese don del celibato, Jesucristo les invita a desarrollarlo en el ejercicio del ministerio sacerdotal, es decir, en la plenitud de una vida de identificación con Jesucristo sacerdote.
De ese modo, desde la vida sana lleva al lector a la vida buena (36). El autor tarda en hablar claramente de la relación con Jesucristo y presentarla como verdaderamente cautivadora, plausible y colmante (82, 86, 87). Efectivamente, al ir dando pasos y llegar a la liturgia va apuntando pistas para esa relación personal interesante (87-90). Asimismo, subrayará la importancia de la lectura y meditación de la Escritura, especialmente del nuevo testamento (92) y de la adoración eucarística (93).
También, anima a poner el corazón en el pastoral de enfermos, jóvenes, estudio, catequesis, pobres y moribundos, bodas y bautismos. Sacerdotes libres para amar a Dios y en Dios a toda la comunidad (104-105).
Cuidar el celibato significará, por tanto, una relación personas con Dios, una relación personal con los demás, un cierto rigor y aprovechamiento del tiempo, amar el presbiterio sacerdotal, tener amigos y cuidar el descanso (111-112).
El celibato, por tanto, es un viaje continuo, una apasionante aventura, una relación enriquecedora con Jesucristo. Una ascesis, pero de amor (122). El autor resumirá: seguimiento, anuncio y cuidado (132). El celibato de la Iglesia católica sigue teniendo mucho qua aportar y enseñar a la cultura occidental (154).
José Carlos Martín de la Hoz
Stefano Guarinelli, El celibato de los sacerdotes, Sígueme, Salamanca 2015, 158 pp.