El cristianismo radical

 

Resulta impresionante leer esta exposición de la fe de Juan José Tamayo (Amusco, Palencia, 1946) en su “propio cristianismo radical” expuesta de modo ordenado, casi académico, al final de su larga vida. Planteará abiertamente una nueva manera de ser cristiano: “la salvación en clave liberadora a través de la praxis” (92)

Los que llevamos años leyendo y observando la evolución de su teología de la liberación, resulta impresionante comprobar la continuidad y la fuerza con la que defiende unas ideas que le han llevado a una militancia total y a una ortopraxis vital. En realidad, no solo no ha decaído su visión marxista de la existencia y la construcción de la utopía, sino que ha quedado él mismo como una reliquia viviente de esas fuerzas que movieron en su momento muchas ilusiones y proyectos. El problema es que sustituye la relación personal con Jesucristo con otra cosa: “el cristianismo lleva a pensar, vivir y actuar de manera diferente” (22).

Es realmente impresionante la desaparición de la relación personal de Jesucristo con los cristianos y el “Mandatum novum” de la caridad, que eran constitutivos en la primitiva Iglesia y que siguen presentes en la predicación del papa Francisco, frente a este otro cristianismo de Juan José Tamayo, que es praxis cristiana donde todo es cuestión social, reivindicación de derechos, injusticias en los que no cabe ni la relación personal con Dios y la familia cristiana sino la denodada puesta en marcha del paraíso comunista en la nueva utopía interplanetaria del Cristo de la ecología y de Nueva Era: “lo que conecta a la Iglesia con el reino de Dios no es la ortodoxia, ni la hospitalidad con el mundo, sino el evangelio de la hospitalidad” (121).

En este trabajo de síntesis y recopilación de las viejas ideas que ha ido sosteniendo desde siempre Tamayo, impresiona ver la ilusión con la que defiende y reivindica a teólogos como Metz, Hans Küng, Leonardo Boff o Gustavo Gutiérrez, que están ya olvidados en el cajón de la “dictadura del relativismo”, pero como bien afirma Tamayo: “las utopías son el motor de la historia” (123).

Una vez que la civilización del bienestar está en decadencia como el neoliberalismo, Tamayo solo ofrece fórmulas ya desgastadas tras la caída del telón de acera, del eurocomunismo y del estrepitoso fracaso de las dictaduras venezolanas, cubana y nicaragüense. Desde luego su propuesta a los jóvenes de hoy de un cristianismo que debe actuar como si Dios no existiera les deja desconcertados del sentido de la vida que nos da el bautismo (141).

Desde luego, tras la lectura de este libro me parece mucho más atractivo para la juventud y para la Iglesia el mensaje renovado que ha enviado a la Iglesia Universal el papa Francisco a través de ese magnífico documento programático para la Iglesia universal que es el documento final del Sínodo de los Sínodos.

José Carlos Martín de la Hoz

Juan José Tamayo. Cristianismo radical, editorial Trotta, Madrid 2025, 222 pp.