El cultivo del alma



Hace unos años la editorial de espiritualidad de los carmelitas,
publicó una autobiografía de Santa Edith Stein
(1891-1942), con el título Estrellas amarilla. Este trabajo abarca desde
su nacimiento hasta la obtención del título de doctor en
Filosofía, bajo la guía de su maestro Husserl.


Este
texto, por tanto, no trata de su conversión al cristianismo, ni de su
vocación al Carmelo Carmelitano, ni de su muerte en los campos de
exterminio nazi. Su interés radica en las raíces familiares y
profesionales de su rica personalidad humana, sobre la que Dios actuaría
llevándola a la santidad con la gracia del martirio.


Desearía
resaltar tres aspectos de ese trabajo. En primer lugar el clima de confianza,
de lealtad y de cordialidad, en la que vivían en aquella época. Queda
bien reflejado en la siguiente anécdota de su abuelo: "Una vez un campesino le trajo una cantidad
de dinero, para que se lo guardase. El abuelo lo tomó y le dijo
‘espera, voy a darte un recibo’. Trajo el recibo, el campesino lo
observó con mucha atención y se lo devolvió
diciéndole: ‘guárdamelo también
’"
(p.23).


Por
otra parte el gran nivel y rigor con que se realizaban los estudios en la Europa Alemana,
tanto de bachillerato como en la Universidad. Se trataba de un ritmo de trabajo,
de profundidad cultural, que asombra y que explica la categoría
intelectual que se alcanzó en Europa en el primer tercio de siglo. Por
otra parte, desarrolla la conjunción del estudio, con el descubrimiento de la naturaleza y la mirada de arte.


Por
otra parte esa ansia de saber, no era suficiente para colmar las aspiraciones
humanas. Así lo señala la misma Santa Edith:
"Aquella felicidad que
había soñado alcanzar tras el examen no había hecho acto
de presencia, más bien experimentaba un gran vacío interior.
Quedaba atrás para siempre una manera de vivir que yo había
querido tan entrañablemente. Y ahora ¿Qué?
"
(p.162).


Finalmente,
es interesante recordar la anécdota que señala más
adelante. Mientras estudiaba en la Universidad, dormía en la misma
habitación con su hermana. Una noche se apagó el fuego y el gas
de la estufa empezó a llenar la
habitación. Afortunadamente, otro hermano, presente en
la casa, cayó en la cuenta de lo que sucedía entró en la
habitación, abrió la ventana y apagó la estufa de gas.
Como dice Santa Edith: "desperté
de un dulce sueño
" (p.197). Años después
moriría en la cámara de gas del campo de exterminio nazi en el
que fue confinada. Sencillamente, no le había llegado su hora:
debía convertirse, descubrir su vocación a la santidad en el
Carmelo, antes de entregar su alma a Dios.



José Carlos Martín de la Hoz



Para leer más:



Edith Stein,
Estrellas amarillas, Ed. Espiritualidad, 1992


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1852


Edith Stein,
Excurso sobre el idealismo trascendental, Encuentro
2005


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4344