El desencantamiento

 

Gran parte del problema que aqueja a nuestro tiempo consiste en el fracaso de las religiones que se han propuesto como alternativa al materialismo que provocó las dos guerras mundiales y las dos bombas atómicas. Ciertamente, desde la caída del muro de Berlín, en vez del final de la historia han llegado grandes dosis de desencanto, como se observa en amplias capas de la sociedad.

Asimismo, las crisis económicas recientes y la guerra de Ucrania han señalado el fracaso de la sociedad del bienestar y ha abierto paso a un periodo de incertidumbre en el que vivimos. Es más, todos hemos percibido la distancia real que existe entre las esperanzas e ilusiones que habíamos vislumbrado y la cruda realidad.

También en el mundo creyente, hemos descubierto que no basta con poner una parte de nuestra confianza en Dios, es necesario ponerla absolutamente, en santo abandono, pues sino también se experimenta a, lo largo del desencanto del falso abandono en Dios y del exceso de confianza en nosotros mismos y en nuestras ideas.

De hecho, en estos años se ha planteado en algunos ambientes religiosos, sobre todo proclives a ciertas teologías de la liberación, cristianos para el socialismo, integrismos variados y movimientos utópicos, algunas “alternativa al relato del desencantamiento” como por ejemplo nueva era o la propuesta del panteísmo de Spinoza.

Conviene transitar de la mano del profesor Hans Joas catedrático de teología de la Universidad de Berlín, por las variadas sendas de la filosofía de la religión y de la teología de la historia. Comenzaremos por la definición del profesor William James (1902) que aportará y desmenuzará Hans Joas: “los fenómenos religiosos, lejos de ser algo en sí, no son nada más que consecuencias de fenómenos no religiosos que se manifiestan con rasgos deformados” (31). Enseguida, nuestro autor traerá a colación a David Hume (52). Indudablemente, para el inglés, todo partió del politeísmo y poco a poco los hombres fueron recalando en el monoteísmo (37), que es lo más racional.

Seguidamente citara a Assmann para quien el monoteísmo es una “novedosa motivación puramente religiosa para la violencia y la intolerancia” (45). En cambio, para Schleiermacher (1834) “el núcleo de la religión es la contemplación, en particular las del infinito; y esta contemplación es distinguida rigurosamente de la acción” (83). Terminaremos, con la definición de religión de Durkheim (1914): “un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas -es decir, cosas separadas, prohibidas-; creencias y prácticas que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos aquellos que se adhieran a ellas” (121).

Existe gran porción del planeta que sigue viviendo de la revelación obrada por Jesucristo y entregada a su Iglesia. Se cumple a la letra el consejo de Santa Teresa: “Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta.”

José Carlos Martín de la Hoz

Hans Joas, El poder de lo sagrado. Una alternativa al relato del desencantamiento, ediciones Herder, Barcelona 2023, 554 pp.