El deseo interminable

 

Conocí al profesor e investigador, José Antonio Marina, personalmente hace muchos años en un programa de “Onda cero radio”, en el que dialogamos acerca de la Semana Santa y, sobre todo, de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y la verdad es que descubrí un Marina completamente desconocido para mí, pues sencillamente reconoció abiertamente que no creía en la divinidad de Jesucristo, aunque si admiraba la figura humana y la mayoría de las enseñanzas recogidas en los Evangelios sobre Jesús. Espero que Dios le haya concedido en estos años la fe que entonces manifestaba faltarle.

Por otra parte, nuestro pensador, se reconocía ya entonces impenitente en su afán por formar y, por tanto, se consideraba, un amante de la educación de los jóvenes a quienes deseaba aportar argumentos y valores para desarrollar sus vidas y buscar la felicidad.

Cuando hace unos días descubrí en los anaqueles de la librería Pasajes en el arranque de la calle Génova, cerca de la Plaza de Alonso Martínez, este trabajo de carácter histórico redactado por Marina lo adquirí en seguida con la esperanza de que Dios le hubiera golpeado el corazón.

Desafortunadamente, Marina redacta una historia del pensamiento desde los albores de la civilización occidental hasta nuestros días, como si Jesucristo no fuera verdadero Dios, ni por tanto la Iglesia poseyera la plenitud de la revelación. En esa línea, a nuestro autor y a su propuesta para la formación de la juventud en el camino de la felicidad, le daría igual la aportación de Hobbes que la de san Agustín.

El libro no aporta más que una teoría personal que parte de la evolución ciega de las especies y de la fenomenología de Hegel para concluir en que todo es sencillamente fruto del más puro azar, sin intervención divina ninguna: “Los humanos han creado muchas cosas y, una de ellas, a mi juicio la más sorprendente, es una nueva definición de sí mismos” (35).

Al igual que Hegel consideraba la revelación cristiana como una mitología, es decir como un paso intermedio en la maduración de la religiosidad humana (43), el profesor Marina considera claro que la historia de la búsqueda de la Felicidad que nos presenta puede ayudar a los jóvenes a encontrar un sentido pleno de la vida que les ayude: “Me produce algo parecido a la ternura ver la irrefrenable necesidad de imaginar la Felicidad que siente una especie que vive muchas veces atravesando un valle de lágrimas” (54). 

Finalmente, apoyándose en Giambattista Vico señalará: “el hombre hizo todas las cosas sin entenderlas” (59). Como pensador y educador al profesor Marina se le reconoce su aportación. Como historiador, todavía puede fundamentarla mejor.

José Carlos Martín de la Hoz

José Antonio Marina, El deseo interminable. Las claves emocionales de la historia, ediciones Ariel, Barcelona 2023, 302 pp.