El medievalista Rémi Brague, profesor de filosofía árabe en la Sorbona y de filosofía de las religiones en Múnich, se detiene en este trabajo a considerar comparativamente el Dios al que adoran los cristianos, los judíos y los musulmanes.
Desde una perspectiva histórica y filosófica abordará cuestiones como la expresión "las religiones del Libro", el conocimiento de Dios, la unidad de Dios, los atributos divinos y el origen y recepción de los libros sagrados.
Los últimos capítulos del libro, centrados en la religión católica, estarán dedicados al acceso a Dios de los cristianos, el sentido de la vida de oración, la remisión de los pecados y, en definitiva, la llamada a la vida mística.
Brague nos recuerda que el cristianismo es la plenitud de la Revelación en la segunda persona de la Santísima Trinidad y, por tanto, Escritura y Tradición nos muestran el camino de acceso a la persona de Jesús. "Es Jesús por quien el Corán y el Nuevo Testamento se separan meridianamente el uno del otro" (14). Además, para el Islam, desde Abrahán ya existe el Islam: "gracias a la invocación de la figura de Abrahán, el islam realiza de este modo una operación paradójica que le hace presentarse al mismo tiempo como la última de las religiones y como la primera de todas" (18).
Respecto al Corán, nuestro autor nos dirá que: "Para el islam, el Corán no puede contener errores, ni contradicciones o disposiciones provisionales. Lo que parece como tal es rectificado en los pasajes que se supone que han sido revelados posteriormente. Es necesario que todo el Corán sea verdadero, e incluso definitivo. Por esta razón una literatura abundante y siempre renovada tiende a demostrar, con cada nuevo descubrimiento científico, que este ya estaba contenido en el Corán" (27). Esto explica que los controversitas cristianos del Islam han insistido en mostrar las contradicciones del Corán desde el interior del propio Corán.
En contraste, Brague, siguiendo la Tradición cristiana afirma que "Dios no nos ha entregado una ley sino una persona, y lo que es más grande, que esa persona es Dios" (110). Por eso señala poco después: "No queda nadie por venir. El cristianismo no puede concebir que alguien pueda venir que no sea Cristo. La historia está cerrada o se dobla: lo que ahora puede acontecer no es nada más que, en el último día, el regreso en gloria de aquel que ya ha venido, de una vez por todas" (117).
La última parte del libro se detiene, en un marco más teológico que filosófico, a clarificar la relación del hombre con Dios en el marco del cristianismo y especialmente en el dogma de la remisión de los pecados.
Finalmente nos recordará que como decía Kolakowski "Dios no nos debe nada" y añade Brague, no nos pide nada. "Dios no espera nada más que ver a sus criaturas desarrollarse según su lógica inmanente" (145). Y señala: "Si el don de Dios es anterior a la historia, la respuesta del hombre no lo es. Todo lo contrario, la respuesta es dada en la historia. En cierto sentido, esa respuesta no es otra que la historia misma que hace posible lo que es propuesto 'en los cielos'. El hombre permanece libre de responder. Su respuesta positiva es esperada, pero no es dada en seguida, incluso incluye el riesgo de un 'no'" (149).
José Carlos Martín de la Hoz
Rémi Brague, Sobre el Dios de los cristianos. Y sobre uno dos de más, ed. BAC, Madrid 2014, 181 pp.