El documento final del Sínodo de los Sínodos es uno de los documentos del papa Francisco que permanecerá a lo largo de los siglos y servirá como horizonte magisterial para el sucederse de Sínodos y Concilios provinciales que, presumiblemente, se celebrarán en las diócesis del mundo e iluminarán la vida de la Iglesia en adelante.
Indudablemente, la sinodalidad se ha recuperado ya como parte del rostro de la Iglesia, pues reúne la raigambre de la tradición apostólica y el espíritu de comunión y la llamada a la conversión al amor a Dios y a la Iglesia, que eso es la santidad, que trajo el Concilio Vaticano II.
Tanto desde el punto de vista de las fuentes utilizadas en el documento (Sagrada Escritura, Tradición apostólica, Magisterio, las vidas de los santos y la teología de nuestro tiempo) como de la metodología sinodal empleada hacen de este documento un modelo a seguir para recuperar la Sinodalidad en cualquier lugar del mundo.
Seguidamente, deseamos comentar brevemente algunas cuestiones más destacables en este documento para que pueda ayudar a su lectura a personas que no estén habituadas al ambiente sinodal.
En primer lugar, hemos de señalar las premisas previas a cualquier tarea de discernimiento y de trabajo sinodal para encontrar donde radican los problemas de fondo de una Iglesia particular. Lo urgente es la conversión personal, como refleja el documento final. Desde los primeros números recuerda que es preciso buscar la gracia de Dios tras reconocer humildemente nuestros pecados, sin esa reconciliación con Dios y con la Iglesia no podemos discernir (n. 6).
Enseguida nos recordará el Papa Francisco en este documento final que toda la Iglesia convertida sinodalmente ha de renovar su compromiso vital de Amor a Dios y a las almas y su compromiso misionero de llevar esa revolución de la caridad y del servicio a todas las almas, comenzando por los más necesitados de nuestra sociedad.
Como es sabido, el papa Juan Pablo II en la Encíclica “Ut unum sint” recordaba la importancia de estudiar el ejercicio del ministerio petrino en el primer milenio del cristianismo cuando no se había producido el Cisma de Oriente de Miguel Cerulario del 1054. Efectivamente, una de las conclusiones del Congreso organizado por el Dicasterio de Doctrina de la fe, fue el de recuperar la sinodalidad (nn. 18, 28, 31) que en la Iglesia Ortodoxa se ha continuado viviendo desde entonces mientras que en la Iglesia Católica había quedado para aplicar los grandes concilios, Trento o el Concilio Vaticano II y otras ocasiones previstas por el Derecho (n. 129).
Conocer este dato ayuda a entender el énfasis del Sínodo de la sinodalidad y el horizonte ecuménico del que está profundamente transido este documento final del Sínodo (n. 139).
José Carlos Martín de la Hoz
Papa Francisco, Documento final del Sínodo, Roma, 26. X. 2024.