El esplendor de la liturgia



En pleno fragor de las disputas iconoclastas en el siglo
VIII entre los orientales y los latinos, acerca de la presencia de las imágenes
en los templos cristianos, fueron clarificadoras las palabras del Papa Gregorio
Magno acerca del término latino adoratio, que traducimos actualmente como adoración.


En efecto, la adoratio, en aquél momento podía significar dos cosas muy
diversas; por una parte, podía referirse a los actos externos con los que se
honraban las efigies de los emperadores, y también podía significar la actitud
interna de de reconocimiento de
la divinidad.
Como
recuerda Plazaola: "Los
orientales estaban habituados a esta distinción cuando honraban a los iconos
con inclinaciones de cabeza, besos, postraciones, etc. Pero ¿estaba la
sensibilidad de los occidentales preparada para comprender y aceptar esta
distinción? En Oriente se sentía una especie de presencia mística del prototipo
en la imagen que lo representaba. En cambio, para los occidentales un icono,
era, ante todo, una pared, o una tabla pintada
".


Volvemos sobre este tema, a propósito de la Exhortación Apostólica de Benedicto XVI, Sacramentum caritatis.
En ella hay, entre otras muchas cosas, una fuerte llama a vivir la liturgia con
sentido profundo de adoración a Dios, presente verdaderamente en ella. Esa
adoración a Dios, se manifiesta en el esplendor de la acción litúrgica. Así
dice Benedicto XVI sobre la importancia del culto eucarístico que: "la liturgia, como también la Revelación
cristiana, está vinculada intrínsecamente con la belleza: es veritatis splendor
"
(n.35). Enseguida añade que no se trata de esteticismo: "nos fascina y nos cautiva la verdad del amor de Dios en Cristo,
haciéndonos salir de nosotros mismos y atrayéndonos así hacia nuestra verdadera
vocación: el amor
".


Por tanto, ante el misterio de la presencia real de Dios
en la Liturgia señala Benedicto XVI: "La
belleza de la liturgia es parte del misterio; es expresión eminente de la
gloria de Dios y, en cierto sentido, un asomarse del Cielo sobre la tierra
".


Así pues, esa adoración se manifiesta en la belleza
interior de las virtudes, con las que procuramos honrar, alabar y desagraviar
al Creador y Señor del Universo. Y, también se manifiesta la adoración en la
propia belleza de la acción litúrgica: rúbricas, cantos, gestos, con los que
procuramos tratar santamente, las cosas santas. De ahí que Benedicto XVI,
culmine esta referencia a la belleza de la liturgia, con estas significativas
palabras:"La belleza, por tanto, no es
un elemento decorativo de la acción litúrgica; es más bien un elemento
constitutivo, ya que es un atributo de Dios mismo y de su revelación. Conscientes
de todo esto, hemos de poner gran atención para que la acción litúrgica
resplandezca según su propia naturaleza".


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Benedicto XVI, Exhortación Apostólica, Sacramentum caritatis, Palabra, 2007.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=5842


Juan Plazaola,
La Iglesia y el arte, BAC, 2001.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6255


Rosario Anguita, El arte
barroco español
, Encuentro 2005.


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3549


René Rémond,
Los grandes descubrimientos del
cristianismo
, Mensajero 2001


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3242


Joseph Ratzinger, El espíritu de la liturgia, Cristiandad
2002


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1306