Al final del texto “El cristianismo. Una aproximación” del catedrático de Filosofía de la religión, Manuel Fraijó, Trotta quiso añadir como apéndice otro interesante trabajo denominado “El futuro del cristianismo” que había sido publicado, en edición restringida, por la Fundación Santa María y que evidentemente quedará mucho mejor, para la posteridad en connivencia con el tratado ya mencionado.
En primer lugar, nuestro autor se detiene a comparar el cristianismo con Dios para terminar estableciendo una hipótesis de si existiría el cristianismo sin que el mundo creyera en Dios. Precisamente la relación personal con Jesucristo que establecemos los cristianos con Jesucristo en el momento del bautismo, la entrada a la Iglesia y la señal indeleble que deja en el alma del cristiano recordará a los bautizados que su historia es la historia de su relación con Jesucristo (141). Es más, dirá: “el cristiano confía en que Dios no olvidará ningún frente, en que su salvación llegará a todos” (145).
Enseguida recogerá un texto de Paul Claudel: “la verdad no tiene nada que ver con el número de personas a las que persuade” (146). Efectivamente, la fe es un don de Dios que respeta la libertad de los creyentes. Es lógico pues, de hecho, ya que “no habría cristianos sino personas invitadas a serlo”. Como recuerda Fraijó, si el cristianismo fuera un invento de los hombres, debería haber desaparecido al descubrirse lo sucedido en Auschwitz y como sabemos no fue así (148).
Lógicamente, recordará las críticas al cristianismo a lo largo de la larga historia de veinte siglos: “El cristianismo nunca aparece en estado puro. Siempre nos llega filtrado por los cristianos, las iglesias y sus representantes. Y resulta casi inevitable llevar a cabo un trasvase de culpas adjudicando al cristianismo los desmanes que otros cometieron en su nombre” (150). Aunque también, hemos de decir que se equivocará cuando afirma: “El cristianismo morirá el día que ya no seamos capaces de distinguirlo de la iglesia, los cristianos, el clero, la jerarquía y sus farragosos e interminables documentos” (151). El cristianismo y Dios están tan unidos que para Fraijó el cristianismo podría resumirse como “filiación”, identificación de Dios Padre con Dios Hijo, y “fraternidad”, en cuanto que todos los cristianos somos hermanos e “hijos en el Hijo” (154).
Finalmente, añadirá que “lo único que interesa a Dios es el hombre y el mundo. No se puede, por tanto, hablar de él marginando sus auténticos intereses no sé si será éste el caso de todos los dioses, pero sí el del Dios de los cristianos” (167). La solución parece encontrarla en el Antiguo Testamento donde se espera que al final Dios muestre su omnipotencia (171). No olvidemos, dirá Rahner que: “Sin Dios el hombre dejaría de ser hombre” (172), y añade: “Dios es invisible, pero se ha hecho visible en Jesús; Dios es silencio, pero se ha hecho Palabra e historia; Dios es misterio, pero se ha revelado a los hombres…no conozco nada mejor” (173). Es lo que Hegel llama “lucidez” (177).
José Carlos Martín de la Hoz
Manuel Fraijó, El cristianismo. Una aproximación. Apéndice: El futuro del cristianismo, Trotta, Madrid 2019, pp. 139-181.