El historiador canadiense Timothy Brook, especialista en la milenaria historia de la cultura China, se enfrenta en esta ocasión ante el reto de la previsión del futuro, es decir de la proyección del futuro del gigante comunista en el concierto de las naciones en los próximos años. Así lo expresa el título: China y el mundo.
Precisamente, el autor a lo largo de su trabajo, acumula una inmensa suma de datos y de análisis tanto de la propia cultura China como de sus constantes inculturaciones a lo largo de la historia con los imperios mongoles, los desembarcos de los colonialistas europeos, el establecimiento de mercados y, más recientemente, la invasión japonesa, la inmersión en el mundo comunista de la mano de Mao, actualmente inmersa en una particular Perestroika.
Efectivamente, es interesante la lectura de las muchas luces nuevas aportadas por el canadiense en su verdadera y completa revisión histórica, muy bien documentada, como por ejemplo las reacciones de los diversos gobiernos chinos ante las catástrofes naturales medievales (58-60).
Inmediatamente, hemos de resaltar la interesante narración de la crisis que se produjo en la sede del emperador en Pekín y de sus consejeros ante la llegada del jesuita Ricci y sus compañeros en los siglos XVI-XVII.
Por una parte, la presentación de los amplios conocimientos geográficos, naturales, cosmológicos y antropológicos de aquellos sabios extranjeros terminaron por provocar una verdadera crisis en el sistema de creencias basado hasta el momento en Buda y Confucio y el taoísmo. Precisamente, al desnudar a la religión de las ignorancias del pasado y presentar al cristianismo como la revelación de Jesucristo y su doctrina salvadora y el conjunto de la vida cristiana como consecuencia y aplicación de esa fe recibida, con las obras de misericordia consecuentes, provocará como en el Japón, primero una crisis de fe y luego una violenta persecución de los agnósticos: es decir se pasa sucesivamente del “Respeto del Cielo”, pues pueden ser mensajeros del Dios personal a la milenaria China, a la persecución pues sólo adoran al Dios que proclaman y no a los ancestros como nos han enseñado nuestros mayores (250-254).
El libro termina abruptamente pues el profesor Brook no se aventura a adelantarse al futuro y predecir una posible evolución del régimen comunista chino y su división en áreas en el imperio maoísta; zonas capitalistas donde aparentemente el desarrollo es imparable, pero sin vender la propiedad del suelo, por tanto, con la amenaza de la expropiación o simple expulsión del extranjero, o declaración de persona “non grata”, por un gobierno que controla a través de la telefonía al 80 % de sus ciudadanos.
Es interesante comprobar que las políticas colonialistas chinas en África, América del Sur, Oriente, Asia y, más recientemente en la actualidad en Europa y USA, se han reactivado con la compra masiva de la deuda pública de esos países, condonaciones y renegociación que les va convirtiendo en títeres de China (439-445).
José Carlos Martín de la Hoz
Timothy Brook, El gran estado. China y el mundo, Alianza editorial, Madrid 2021, 494 pp.