La importante presencia de Hegel en la filosofía de la historia desde el siglo XIX hasta nuestros días es un hecho innegable y acaba de ser puesto de manifiesto en este extenso trabajo de Hans Joas (1948) que ahora deseamos comentar. Adelantemos desde el principio que el ángulo de visión del autor es la sociología religiosa o del poder de lo sagrado en la pluralidad religiosa.
Nuestro autor comienza por recordar lo que han opinado de Hegel los grandes pensadores de nuestro tiempo y también sus contemporáneos, lo que enriquece mucho la visión de Hegel que pudiéramos tener. Lo primero que impresiona es la radicalidad de muchos autores que han optado no por la crítica, sino por la huida de Hegel “como quien huye de un callejón sin salida” (24, 27). Puesto que “para Hegel la historia sería la auto realización del espíritu de Dios” (31), se mezclarían los planos de lo real con lo ideal (32): “la comunidad construye los mitos” (56). Uno de ellos sería que “Dios es espíritu, pero entendido como Razón absoluta” (73).
Para Hegel también los profetas desacralizaban (128) y, comenta Hans Joas que en la actualidad “no se dan las condiciones para el surgimiento de nuevas religiones” (142), a lo que añadiríamos que tampoco se dan las condiciones para la revalorización de las antiguas religiones o como describe Scheler: “el socialismo cristiano” (143), pues como dice Hans Joas: “el cristianismo se habría disuelto en la democracia relativista (191).
En la segunda parte del trabajo, sin duda la más enjundiosa, Hans Joas aborda la cuestión de la secularización en Charles Taylor. Nos recordará que, para el canadiense, hay que partir de la base de que desde Hegel “se había convertido la religión en moral y la teología en filosofía de la historia” (236), por tanto, Taylor podría formular con contundencia “la opción secular” (251) que se suma a la tristemente célebre fórmula de Max Weber: “La eucaristía sería algo mágico” (261).
La secularización para Taylor tendría su nacimiento en la revolución francesa y su completo plan para eliminar la Iglesia y todo sentimiento religioso fuera del culto a la razón. El segundo momento secularizador extremo sería la revolución del 68 con todas sus derivadas (271).
En la segunda parte del libro se centrará en la sociología religiosa especialmente en Estados Unidos y en las diversas sectas. Especialmente destacará a Tillich (341) y a sus discípulos. Es interesante la crítica de Tillich a la autonomía y heterenomía de Kant, pues ambas las ve subjetivas y faltas de coherencia interna: “la ley de Dios si existiera se opondría a la autonomía moral” (360). Enseguida nos recordará que “el objeto propio de la sociología es la modernidad sin religión” (413). Finalmente sacará a colación las fracasadas tesis de José Casanova vertidas en sus Tesis doctoral, no publicada, sobre la sociología del Opus Dei y la tecnocracia en la que se equivocará al mostrar a una Iglesia en 1969 sosteniendo y legitimando al régimen de Franco (556).
José Carlos Martín de la Hoz
Hans Joas, El hechizo de la libertad. La teoría de la religión después de Hegel y Nietzsche, Sal Terrae, Santander 2024, 687 pp.