Carlo Ginzburg profesor de
historia de la Universidad de Pisa, es actualmente uno de los historiadores más
prestigiosos de Europa. Autor del famoso trabajo "El queso y los gusanos",
donde estudió con agudeza el proceso inquisitorial de un molinero suizo de
finales del siglo XVI.
En esta ocasión presenta una recopilación de artículos
publicados en diversos congresos internacionales donde analiza problemas
históricos de mayor o menor calado e interés.
Son particularmente interesantes los últimos capítulos
dedicados a la Inquisición y a la brujería. En primer lugar vale la pena leer sus
apreciaciones acerca de los testimonios que aportan los procesos inquisitoriales,
pero entendidos como historia oral. Una faceta inusitada que entronca con el
debate actual acerca de la fiabilidad de la historia oral como fuente documental
histórica (p.396 y ss).
Conviene recordar al respecto que lo que muestra con
claridad la historia de la Inquisición es que los jueces buscaban la conversión
del reo, de ahí la importancia de determinar si era o no hereje, o si se
trataba de mera ignorancia o el estado de normalidad psíquica. Que eran buenos
psicólogos está fuera de toda duda. (p.403).
Respecto
a la brujería el autor se hace eco del gran trabajo de Henningsen.
Resumiendo la cuestión: después de los nefastos sucesos de 1610 y del Auto de
Fe de Logroño, el inquisidor Alonso de
Salazar se adentró de nuevo en la zona y realizó en una larga visita a los
territorios de la demarcación del Tribunal de Logroño, realizando una completa
investigación con más de mil casos de supuesta brujería, cuyo resultado fueron
más de 11.000 folios que remitió al Consejo de la Suprema con varios informes.
En 1614 fue llamado a trabajar a Madrid para expurgar y fundamentar mejor lo
que se contenía en esa abrumadora documentación. El resultado, como había
demostrado Salazar, fue la vuelta a la normalidad inquisitorial en esta
materia: su inhibición a favor de la cura pastoral ordinaria. Si en Europa en
esos años se quemaron más de cincuenta mil brujos sin dejar pruebas
documentales, fue por la ingenuidad de los tribunales y la histeria colectiva
que hizo presa en la
población. En España, los mecanismos
inquisitoriales y la acción de Salazar fueron definitivas para evitar ambas
cosas y colocar el problema en su sitio: la falta de formación en las zonas
rurales y la excesiva imaginación de un pueblo que reaccionaba
supersticiosamente ante la muerte, las epidemias, etc..
José Carlos Martín de la
Hoz
Carlo GINZBURG, El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo
falso, lo ficticio, ed. Fondo de cultura económica, Buenos Aires 2010, 492
pp.
José
Carlos MARTÍN DE LA HOZ, Inquisición y
Confianza, ed. Homolegens, Madrid 2010, pp.
131-145
Gustav HENNINGSEN, El abogado de las brujas. Brujería vasca e
Inquisición española, ed. Alianza editorial, Madrid 2010, 535 pp.