El sacerdote colombiano y capellán de la Universidad de la Sabana en Colombia, Luis Miguel Bravo Álvarez (Medellín 1991), nos presenta en este trabajo una semblanza de Jesucristo llena de profunda espiritualidad aunque no exenta de cierta originalidad en el planteamiento.
En efecto, Bravo Álvarez ha entrado con maestría en las escenas del Evangelio para quedar impactado por la figura y el encuentro con Jesucristo y, desde ahí, responder a algunas de las preguntas que se le hicieron a lo largo de las páginas del Evangelio que los evangelistas han recogido.
Evidentemente, tanto los fariseos como los doctores de la Ley quedaron impresionados porque no lograban arrancarle ninguna respuesta en falso, superficial, ni contradictoria, lo que demuestra que el hijo de Dios era el creador, el redentor y el Mesías que había de venir, por tanto, como nos dice Bravo: “se defendía solo” (10).
A la vez, según va centrando la escena, introduciéndose en ella, buscando los detalles y dando razón de las respuestas de Jesús, nuestro autor hace con mucha frecuencia referencia a problemas de nuestro tiempo (78) para hacernos ver que Cristo es y será siempre camino, verdad y vida (Io 14,6) para los cristianos. Es decir, cuestiones fundamentales o esenciales en la relación del hombre con Dios o tan banales y caseros como la cuestión entre Marta y María acerca de la vida activa y la contemplativa (Lc 10, 40) que el Señor resuelve con sencillez y claridad (164).
Lógicamente, nuestro autor se detendrá especialmente, en primer lugar, en los pasajes sobre la identidad de Jesucristo (69), quien se va mostrando paulatinamente como el Hijo de Dios, Dios mismo, el rostro del Padre y sólo al final reconocerá a lo vivo y en directo que Él es Dios, motivo por el cual, finalmente, será condenado por el pleno del sanedrín bajo la presidencia del Sumo sacerdote (Mt 26, 65-66), de modo que se cumplirá a la letra el prólogo del evangelio de san Juan: “vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron” (Io 1, 11).
Las decisiones que van tomando los protagonistas de estas escenas se nos brindan para aplicarlas a la nuestra. Por ejemplo, la conclusión de la pérdida de Jesús en el templo es la siguiente: “los dos toman una decisión que supone un ejemplo maravilloso para todos los que vendríamos después: la de continuar confiando en Dios, la de continuar fiándose de Jesús, aunque sus palabras no correspondan a lo que en ese momento quisiéramos escuchar” (112).
Indudablemente, la gran lección que el autor nos quiere enseñar es que es necesaria la contemplación de las páginas del Santo Evangelio para poder conocer a Jesucristo, amarle sobre todas las cosas y poder llevarle a todas partes. De ahí que se detenga en la conversación de Jesús con la samaritana narrada en el capítulo cuarto de san Juan (188) pues es una manera de explicar que todos los cristianos estamos llamados a la contemplación en medio del mundo: “si conocieras el don de Dos” (Io, 4, 10).
José Carlos Martín de la Hoz
Luis Miguel Bravo Álvarez, Entrevista a Jesucristo. Reflexiones sobre las preguntas del Evangelio, ediciones Palabra, Madrid 2021, 429 pp.