Indudablemente el recuerdo del atentado terrorista de las Torres gemelas de Nueva York del 11 de septiembre de 2001, está presente en la retina de los espectadores del telediario de estos días y en el recuerdo de los que lo contemplamos en directo por la televisión y provocará indudablemente la idea de que hemos de seguir involucrándonos en la construcción de la paz en el mundo.
Evidentemente, no habrá paz en el mundo, como decía san Josemaría, si no hay paz en nuestras conciencias, y por eso podía afirmar que “estas crisis mundiales son crisis de santos”, pues solo desde un renovado afán de santidad se propicia una verdadera paz duradera: “Pax in bello” solía recodar el santo de lo ordinario, pues la paz es consecuencia de luchar contra nosotros mismos para poder entregarnos y hacer felices a los demás
Precisamente en estos días se ha vuelto a recordar la pregunta acerca de si el islam es una religión de paz, pues precisamente esos terribles atentados fueron perpetrados teóricamente en nombre de Dios. Es decir, se ha vuelto a plantear la cuestión de las relaciones entre “violencia y hecho religioso”.
Vale la pena responder a esas objeciones con prontitud y afirmativamente, pues precisamente forma parte de la construcción de la paz en el mundo ayudar a todas las religiones a reflexionar sobre su verdadero ser para que sean verdaderas religaciones del hombre con Dios y se involucren en el camino de la construcción de la paz. Precisamente, las investigaciones recientes del teólogo Tanzella-Nitti, de la Universidad Pontifica Romana de la Santa Cruz, sobre la cuestión de la violencia en la Biblia recuerdan que: "hablando el mismo Dios en su Verbo encarnado, revela en primera persona y en su única Palabra, el sentido de muchas palabras", Y un poco después añadirá, al hablar de la pasión y muerte del Hijo de Dios: "toda la historia bíblica de la violencia que ha tenido por protagonista a Dios se convierte en una gran metáfora de su justicia y de su amor".
La preocupación de los observadores internacionales se acentúa cuando constatan la ausencia casi total de relaciones entre el Islam y otras religiones en la búsqueda de la paz, motivado por la ausencia del Islam en los foros internacionales ecuménicos, etc. De esta manera el Papa Francisco ha avanzado más en acuerdos con las comunidades islámicas de los Emiratos Árabes en su viaje del 2019 y de Irak en el 2021, que en catorce siglos de la historia. De hecho, ha habido que esperar más de medio siglo desde la culminación del Concilio Vaticano II para ver fructificar el diálogo interreligioso en documentos concretos entre cristianos y musulmanes, en defensa de la paz y de la dignidad de la persona humana.
En cualquier caso, los expertos en relaciones internaciones y especialistas en el Islam recuerdan que hay que seguir rezando trabajando por la unidad, pues no existe por parte musulmana una autoridad global, mundial, ni siquiera de carácter moral que pueda firmar acuerdos vinculantes, más allá de los de buenas intenciones, pues aunque Islam signifique unidad, la realidad es que la división entre las diversas sectas de sunitas, chiitas, whaadiis, etc., muestran todavía hoy un Islam profundamente dividido.
José Carlos Martín de la Hoz