El Jesús histórico y el Jesús de la fe

 

Desde la eclosión de la herejía modernista, condenada contundentemente por el Santo Padre san Pío X en la Encíclica “Pascendi” y el Decreto “Lamentabili” de 1902, se difundió entre los cristianos corrientes en la Iglesia católica la idea de que existía una división o separación entre el Cristo histórico y el Cristo de la fe.

Se ha trabajado mucho desde entonces, por parte de los exegetas católicos y protestantes, así como de los historiadores de la Iglesia antigua e historiadores de las religiones antiguas, de la literatura y lenguas semíticas, etc., para aportar datos fiables al problema para cerrar esa quiebra.

Podemos afirmar que en el magnífico volumen del cardenal Ratzinger unificado por él mismo en la edición de sus obras completas bajo el sencillo título de “Jesús de Nazaret” de ,los tres volúmenes preliminares, se contiene una respuesta fiable a la quiebra enunciada: en las primeras páginas de este volumen se recoge una sencilla expresión que ha clarificado una discusión de más de un siglo en el campo católico: no existe la distinción entre el cristo de la fe y el Cristo histórico: “El Cristo de la fe es el Jesús de la historia” (XVII).

La clave para resolver esta discusión ha sido el uso de la patrología y de la Tradición apostólica como criterio hermenéutico para estudiar tanto la Sagrada Escritura como la literatura antigua pagana. judía o cristiana y todo ello con las mejores técnicas modernas de literatura comparada, etc.

Es decir que la hermenéutica con las que debe ser estudiada la Sagrada Escritura, la Tradición viva de la Iglesia transmitida de mano en mano en una sociedad de analfabetos es recogida en una tradición escrita balo la inspiración de boca en boca en boca por los primeros cristianos bajo la inspiración del Espíritu Santo y entregada a la Iglesia para su conservación, trasmisión e interpretación a lo largo de la historia hasta nuestros días.

Los cristianos de hoy creemos exactamente lo mismo que los primeros cristianos, pero sabemos más que ellos porque tenemos la lectura de los santos de la tradición oral y escrita que nos ha transmitido el magisterio de la Iglesia enriquecido por los frutos de santidad de vida de los santos.

Indudablemente el trabajo de los historiadores y de las técnicas de la literatura textual ha hecho posible un trabajo de perfiles históricos que nos han ayudado a descubrir aún mejor las fuentes patrísticas y magisteriales que poseemos y valorarlas histórica y teológicamente en su cada vez más vasta medida.

Precisamente, en ese trabajo del Santo Padre hace referencia a los recientes descubrimientos arqueológicos y literarios que van confirmando más y más como los datos históricos corroboran la interpretación de los padres y la fe que se ha vivido siempre, por todos y en todas partes como afirmaba san Vicente de Lerins en el “Commonitorio”.

José Carlos Martín de la Hoz

Ratzinger, Jesús de Nazaret, BAC, Madrid 2024, 627 pp.