El padre del desierto y anacoreta Teodoro de Sykeon (530-613), después de muchos años de su vida retirado y dedicado a la oración, fue requerido para ir de aquí para allá fundando monasterios, haciendo de instrumento de Dios para curaciones milagrosas a los energúmenos, sustentando la fe del pueblo cristiano y ahuyentando demonios, donde se necesitase. En esta hagiografía se manifiesta una tripleta: magia, paganismo y demonio. Frente a ella combate san Miguel y los santos.
Ramón Teja, catedrático emérito de historia antigua de la Universidad de Cantabria, ha realizado un magnífico trabajo de edición, introducción y ambientación y notas de la vida de Teodoro de Sykeon según la primitiva edición realizada por Jorge Eleusios quien coincidió doce años con el santo en el monasterio hasta su fallecimiento en el 613 y luego terminaría por ser el abad de aquel monasterio refundado y engrandecido por Teodoro.
En realidad, la vida del santo que ahora presentamos, se podría resumir como una colección de hechos milagrosos obrados por Dios en la vida de Teodoro en el servicio de las almas: curaciones, conversiones, exorcismos, endemoniados. Todo ello muestra la providencia divina a través de la intercesión de los santos (11). También recuerda la concentración del demonio en la zona pues había mucho paganismo en el mundo. En cuanto la Iglesia se expandió, se difuminó su poder (26).
Lógicamente, esos hechos milagrosos romperán un hilo cronológico trazado a base de los recuerdos del propio Teodoro y de los miembros de la comunidad más antiguos, a los que el propio Jorge vio y escuchó y, finalmente, los recuerdos de los propios testigos de esos milagros.
Teodoro había nacido en el seno de una familia pobre -su mare era prostituta-, en una pequeña localidad del Asia menor en el camino entre Constantinopla y Antioquía de Siria a finales del siglo VI. Pronto nació en él la vocación monacal, el espíritu de penitencia y una gran devoción a san Jorge y a san Miguel arcángel que le marcarían toda la vida. Ordenado sacerdote y obispo de Anastasiópolis (82), no duró mucho en el cargo, pues añoraba la vida retirada de oración y penitencia. Finalmente, pudo regresar a su tierra, al monasterio de san Jorge, con las insignias episcopales, y entregarse a la vida contemplativa (94).
Sus viajes frecuentes a Constantinopla y a otros lugares del imperio bizantino se deben a mociones del Espíritu Santo para resolver consultas de los emperadores e intermediación en problemas y dificultades que surgían en diversos lugares del imperio y, sobre todo, en la lucha contra el demonio con el apoyo constante de san Miguel. Finalmente, fallecería con fama de santidad y de favores y gracias en el monasterio que le vio nacer a la vida monacal en el año 613 en la fiesta de san Jorge. Será venerado como santo en la Iglesia bizantina.
José Carlos Martín de la Hoz
Jorge Eleusios, Vida de Teodoro de Sykeon, Introducción, traducción y notas de Ramón Teja, editorial Trotta, Madrid 2024, 196 pp.