Pep Borrell (Barcelona, 1963) es odontólogo, padre de cinco hijos y divulgador de las excelencias del matrimonio tradicional (Bailar en la cocina. El secreto de los matrimonios que disfrutan, Palabra, 2023). Si lo pensamos, ninguna figura ha sufrido tantas mutaciones en un espacio tan breve de tiempo como aquello que antes llamábamos matrimonio; desde el tradicional Uno con una para toda la vida al actual Progenitor A y Progenitor B para el matrimonio homosexual.
La revista Aceprensa de septiembre de 2024, incluye una entrevista con el divulgador catalán acerca de la estabilidad y felicidad matrimonial. De ésta, lo primero que llama la atención es lo que Borrell no dice, lo que da por supuesto: a) Que el matrimonio es heterosexual, b) Que tiene vocación de permanencia, y c) Que, como un hecho natural, está dirigido a la paternidad y maternidad. El autor no contempla otras posibilidades.
El matrimonio tradicional se caracteriza por el esfuerzo, conocimiento mutuo, madurez, compromiso, generosidad y servicio, y se premia con la felicidad y la ejemplaridad frente a terceros, especialmente ante los hijos. El autor explica como el matrimonio requiere esfuerzo: "Nada nacido para durar para siempre es fácil. La estabilidad de una pareja hay que currarsela" (pág.14), pero "una pareja que se mantiene unida, socialmente, es uno de los ejemplos más claros del éxito" (pág.16).
Requiere la pareja -continúa Borrell- un conocimiento mutuo que el entrevistado refiere al noviazgo. Hoy se utiliza la palabra novios para aquellos que conviven con mayor o menor intensidad, manteniendo relaciones sexuales sin un compromiso externo de estabilidad. Para el autor, "el noviazgo es un tiempo de conocimiento y de (valorar) si cada uno de los miembros de la pareja se ve capaz de compartir su vida con el otro" (pág.16). No solo conocimiento de la pareja sino también conocimiento propio: "Algunos y algunas consideran que el noviazgo es una época centrada en pasárselo bien..., la vida siempre nos supera, pero es mucho más importante saber con quién te casas que pasárselo bien" (pág.16).
Madurez y compromiso: "Pensar el matrimonio como un estado de disfrute permanente es una visión inmadura" (pág.16) y la madurez supone compromiso: "No se puede confundir el sentimiento con la voluntad de amar. El amor que dura no es solo un sentimiento sino un compromiso en la salud y en la enfermedad, en la prosperidad y en la adversidad" (pág.18). "En todos los matrimonios del mundo -admite el entrevistado- hay una etapa dura, a veces durísima, que es la de los primeros años de la crianza" (pág.19). Generosidad y servicio: En esos momentos "cobra un papel especial el espíritu de servicio (...), convertir la disposición de servir en la manera más auténtica de decir 'te quiero'" (pág.18).
El premio es la felicidad: "Detalles sencillos de cariño auténtico, de sinceridad, de constancia..., no aguantarlo estoicamente sino disfrutando". "Un camino lleno de cosas sencillas: hablar, cantar, bailar, reir, comer juntos, abrazarse, acostarse..." (pág.16). En cuanto a los hijos el autor aconseja hablarles "más de afectividad que de sexualidad" (pág.19).
Juan Ignacio Encabo Balbín