El mercado curial

 

Hace unos meses terminamos de editar en el Centro Luis de Molina de la Universidad Católica de Ávila varios tratados sobre moral económica en el siglo XVI, entonces llamada sencillamente filosofía política.

Precisamente en uno de ellos, el Tratado de Cambios y contrataciones de Cristóbal de Villalón, editado por José Carlos Martín de la Hoz y León Gómez Rivas en el año 2019, hay unas páginas censuradas por la Inquisición y, por tanto, suprimidas según la mentalidad expurgativa que se imperaría a final del siglo.

Al estudiar detenidamente las páginas eliminadas, se comprueba que hacían referencia al uso de los créditos a bajo interés que se fueron imponiendo en Europa por la globalización del mercado, para contratos, cambios de moneda, compra y venta de mercancías en las ferias europeas y, finalmente, en el traslado de artículos de primera necesidad para enviar a América.

Verdaderamente, el problema estribaba no tanto en el uso del crédito a bajo precio correspondiente al pago de un servicio, sino que este mecanismo que se estaba legalizando e imponiendo entre los mercaderes cristianos honrados, estaba siendo usado en las curias episcopales españolas y portuguesas en sus relaciones con la Curia Romana (34).

Precisamente a esos intensos contactos de las diócesis con la Curia Romana, donde actuaban intermediarios, Agentes de Preces, auténticos funcionarios romanos y curiales, dedica el profesor Antonio J. Díaz Rodríguez su último trabajo de investigación publicado en la Universidad de Valladolid.

Según este autor, el 64% de las transacciones de la curia romana (33): dispensas para poder contraer matrimonio ((89), Bulas de concesión de beneficios, provisión de obispados, etc., tenían lugar con España y Portugal.

Las tasas estaban fijadas de antemano, como se pueden ver en las tablas que adjunta nuestro autor (93) aunque, lógicamente, fueron actualizadas en ese tiempo varias veces, naturalmente al alza. Para abonar esas tasas se actuaba como si fuera una “mercancía”, en este caso “curial” y a través de los mercaderes o los agentes de preces se enviaba el dinero en escudos (77), con un pequeño tanto por ciento de interés que se entendía era para la seriedad del mercado, costos de viajes, etc.

Es muy interesante comprobar que existían mecanismos perfectamente establecidos para casos en los que las personas que pedían esas dispensas a Roma, no tenían medios económicos, es decir “mecanismos para los pobres” (91).

El libro esta sazonado de anécdotas tan expresivas como la captura del Chantre de la catedral de Cádiz, don Diego de Mendoza, por los ingleses en una incursión a la ciudad en 1596 y que exigían para su liberación una elevada cantidad de dinero como rescate sino querían que acabara ahorcado por el conde de Essex (109). La urgencia de la situación les llevó a plantear el problema a la Dataría apostólica.

 José Carlos Martín de la Hoz

Antonio J. Díaz Rodríguez, El mercado Curial. Bulas y negocios entre Roma y el mundo ibérico en la Edad Moderna, ediciones Universidad de Valladolid, Valladolid 2020, 266 pp.