El periodista Daniel Arasa
ha querido llamar la atención con este trabajo de investigación sobre las
persecuciones que sufren los cristianos en muchos lugares del mundo. En
especial, se detiene en los países donde gobiernan regímenes islámicos y
comunistas, donde se está produciendo actualmente y de modo sistemático la
desaparición de comunidades cristianas enteras.
Asimismo,
el libro se detiene sobre la persecución solapada a los cristianos, lo que se
ha denominado en países del primer mundo, la cristo fobia,:
"En las democracias actuales, plurales, hay una hostilidad a menudo callada
pero constante con pocas estridencias que merezcan aparecer en la plaza
pública, que con el tiempo hace efecto y contra la que es más difícil luchar
por parte de los creyentes que cuando se da una persecución abierta. Es una
especie de mobbing,
de presión sutil, erosiva, de marginación, de aislamiento" (p. 11).
Es
claro que a pesar de esa presión, el cristiano debe continuar siendo dialogante
y esforzarse, con paciencia, en explicar una y otra vez la fe que profesa y
recordar el sentido positivo de su misión. Es preciso aguantar las bromas
aunque sean de mal gusto. Es importante mantener la calma para responder a los
ataques de modo positivo, con educación y respeto.
Como
señala Arasa, hay muchas contradicciones internas en
esos ataques: si se ultraja a otra religión todos se indignan, pero si es el
Papa el ridiculizado lo llaman libertad de expresión. El propio Benedicto XVI
ha hablado de esa cristo fobia, como de: "ser excluido, ridiculizado,
parodiado".
En
ese sentido, el autor recuerda el ateismo militante que ha comenzado a brotar
en el primer mundo, sobre todo en determinados medios de comunicación y grupos
organizados. Por ejemplo, el autor se refiere a un llamamiento del "Foro
Espacio de la Libertad"
que: "propuso un combate laico, hizo llamadas a la tensión militante contra la Iglesia con propuestas de
abolir los privilegios de aquella y conquistar los derechos sexuales y
reproductivos" (144).
En
realidad la continuidad de esos movimientos está en entredicho pues es difícil
mantener un discurso negativo y estéril sin aportar algo positivo a los demás,
sin dejar un fruto, un poso. El mensaje "antialgo" o "antitodo"
es siempre infecundo y difícil de mantener. Mientras,
el cristiano debe proseguir su empeño en mantener vivo el diálogo entre fe y
razón y seguir aportando la caridad, la dignidad de la persona humana y la
justicia social. El hecho de que en nombre de la tolerancia se elimine a una
parte de los ciudadanos, no es más que una manifestación de la dictadura del
relativismo, que debe animar a los cristianos en la búsqueda de la verdad.
Como
recuerda Benedicto XVI en la
Porta Fidei: "La fe, precisamente porque es un acto
de libertad exige también la responsabilidad social de lo que se cree". La
libertad de expresión es un derecho fundamental, aunque en su nombre se cometen
muchos atropellos. Como recuerda Massimo Introvigne.
"donde no existe un equilibrio entre la fe y la razón surge la violencia".
José
Carlos Martín de la Hoz
Daniel ARASA, Cristianos,
entre la persecución y el mobbing, ed.
Milenio, Lleida, 2012, 230 pp.