La
reciente reedición de la novela de Jeanne Kalogridis, En el
tiempo de las hogueras
, publicado por Ediciones de Bolsillo, (Barcelona
2007, 414 pp), es un buen ejemplo de la
degradación del género literario novela histórica; ya se
han roto los márgenes históricos, para dar lugar a novelas
claramente fantasiosas.


Como
historia, es un cúmulo de despropósitos y de interpretaciones
desorbitadas del catarismo, que la autora llega a
mezclar hasta con los templarios (p.203). Por supuesto la desfiguración
del proceso inquisitorial es verdaderamente irrisorio (p.20 y ss).


Por
otra parte la novela plantea un tema de interés y es la conexión
del catarismo con las ancestrales religiones paganas
y el culto a la diosa., que durante siglos convivió con la
religión cristiana en Europa. En ese sentido, si es cierto que el
desarrollo del catarismo, como del propio
cristianismo, estuvo no exento de denodados esfuerzos por arrancar los residuos
del paganismo.


Como
es sabido la presencia del paganismo, cultos ancestrales, magia, esoterismo,
etc., continuarán, especialmente en regiones recónditas y sobre
todo en el centro de Europa hasta la caza de brujas llevada a cabo por la
inquisición protestante en el siglo XVI, que llevará a miles de
mujeres a la muerte, acusadas de herejía.


La
tendencia a lo esotérico se agranda y se propaga cuando disminuye la
formación cristiana. También surge en las culturas como
reacción al exagerado racionalismo, que no da respuestas a la necesidad
de trascendencia que anida en el alma del hombre.


Como
expresa el catecismo de la Iglesia Católica, en sus primeros
números:
"El deseo de Dios está
inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por
Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia sí al hombre hacia
sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la
dicha que no cesa de buscar: "La razón más alta de la
dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión
con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento;
pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por
amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente
aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1
)" (Catecismo de la Iglesia Católica
n.27).


No
resulta extraño, que en este comienzo del siglo XXI sigan aflorando en
nuestra cultura occidental restos de esoterismo, recurso a la magia, etc. Mal
pueden ayudar a resolver esos problemas estas novelas históricas.



José Carlos Martín de la Hoz




Johan Huizinga, El Otoño de la edad media, Alianza
2003


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