El arranque del libro es interesante y también las
primeras apreciaciones. Pero, cuando se abarcan tantos hechos históricos:
esclavitud, herejía, revoluciones, etc., es fácil acabar en lugares comunes y
en frases hechas.
Hablar de resentimiento es tratar de algo real y
constante a lo largo de la historia y de la vida personal de los hombres. Su
definición la expresa
Ferro de este modo: "Así pues, constantemente se va
acumulando la carga de ese explosivo, el resentimiento. Varias veces, en
distintos momentos del siglo XX, ha estado a punto de provocar el estallido de
la sociedad y, en cualquier caso, la ha transfigurado. Al igual que esos virus
de los que se cree que están muertos cuando sólo están dormidos, el
resentimiento, reactivado súbitamente, brota por sorpresa de quienes ni
siquiera sospechaban de su existencia" (p. 10). Efectivamente, superar el
resentimiento es clave para la confianza. Sin confianza no hay sociedad.
El problema de este trabajo, radica en el enfoque pues, como
señala el autor: "Nosotros querríamos abordar este fenómeno desde el punto de
vista de la historia de las sociedades, aunque también nos basaremos en esos
enfoques filosóficos" (pp.10-11). Los nombres citados a continuación son
significativos: Rousseau, Dostoievski, Camús, Céline, Nietzsche, Scheler.
En este trabajo hay una ausencia del estudio del cristianismo:
desde hace más de veinte siglos la Iglesia enseña la virtud de la caridad, y parte
importante de la caridad es aprender a perdonar y a olvidar. Sólo así se puede
confiar. Efectivamente las innegables raíces cristianas de Europa hubieran
requerido una lectura del Evangelio, de los comentarios de los Santos Padres y
de los grandes maestros de la
teología. Pues en el Padrenuestro Jesús nos enseñó a rezar
diciendo: "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden".
Para mostrar esta carencia de enfoque, basta con leer
este texto de Ferro: "En la raíz del resentimiento, tanto del individuo como
del grupo social, siempre hay una herida, una violencia sufrida, una afrenta,
un trauma. Quien se siente victima no puede reaccionar por impotencia. Rumia su
venganza, que no puede ejecutar y que lo atormenta sin cesar. Hasta que acaba
por estallar. Pero esa espera también puede ir acompañada de una
descalificación de los valores del opresor y de una revalorización de los suyos
propios, de los de su comunidad, que no los había defendido conscientemente
hasta entonces, lo que confiere nueva fuerza a los oprimidos, secretando una
insumisión, una revolución o también una regeneración. Entonces se crea una
nueva relación en el contexto de lo que ha secretado esos levantamientos o esa
renovación" (p.15).
En el primer catecismo universal de la Iglesia Católica,
publicado por San Pío V en el siglo XVI, hay unos números dedicados a comentar
el padrenuestro (Parte IV, Cap. XIV, nn. 22 y ss), en ellos se muestra la necesidad de acudir a la gracia
de Dios para ser capaz de perdonar y olvidar. Desde luego olvidar la caridad
cristina y su desarrollo en tantos siglos, es dejar a la historia real de
occidente sin una raíz importante para entenderlo.
José Carlos Martín de la Hoz
Marc FERRO, El
Resentimiento en la historia, ed. Cátedra, Madrid 2009, 196 pp.