Para la caracterización del romanticismo alemán, no hay nada mejor que acudir a los poemas inconclusos y a los fragmentos poéticos del malogrado poeta y precursor del romanticismo Georg Philippe Friederich Leopold Von Handerberg, más conocido como Novalis (1772-1801).
Precisamente, el ensayista y biógrafo Antonio Pau acaba de editar en Trotta una extensa biografía, completada con una síntesis historiográfíca y una perfecta bibliografía reciente del poeta, que resumen y expresa el romanticismo alemán a pesar de no haber vivido más que veintiocho años.
Eso sí, esos años habían trascurrido esos años en el epicentro donde se reunieron y enseñaron tantos y tan grandes intelectuales del momento como Fichte, Hegel, Schelling Schlegel y Schiller.
Pero, a la vez, vivió donde comenzaron a rebelarse los espíritus de tantos alemanes junto a Goethe y Schelling, que se “expresaban en el cultivo de la introspección y de la sensibilidad que impone el pietismo; el subjetivismo que trae la filosofía kantiana, al negar la posibilidad de un conocimiento objetivo; el sentimentalismo de la Geselligkeitskultur (cultura de la sociabilidad), un sentimentalismo que se acentúa porque en ese trato amistoso y armónico empiezan a participar las mujeres -entre las primeras están Dorothea Veith y Caroline Michaelis, casadas con los hermanos Schlegel-; y la traducción de las obras extranjeras más impregnadas de pasión y de idealismo: August Wilheim Schlegel traduce los dramas de Shakespeare y de Calderón, Ludwig Tieck traduce el Quijote” (23).
Aunque el término romántico (poético) lo introducen los hermanos Schlegel, quien lo extiende y caracteriza es Novalis cuando afirma que “hay que romantizar el mundo. Así se recupera su sentido originario. Romantizar no es más que una potenciación cualitativa. En esta operación, lo más bajo adquiere el rango de lo más elevado. Nosotros mismos podemos ascender en esa gradación cualitativa. Esta operación es aún ignorada por completo. Se trata de dar a lo corriente un sentido superior, a lo vulgar un aspecto misterioso, a lo conocido la dignidad de lo desconocido, a lo infinito una apariencia infinita; así es como se romantiza todo”. La búsqueda de lo infinito, de lo misterioso, de lo que está velado…” Y, sin embargo, nada es tan accesible al espíritu como lo infinito”. A lo que añade: “quien tiene particular sensibilidad para descubrir lo absoluto que se oculta tras las cosas es el poeta” (23).
Por tanto, afirmará nuestro editor: “Romantizar supone, en definitiva, un camino que se recorre hacia el interior: soñamos con viajes por el universo- escribe Novalis- ¿Es que no está el universo en nosotros? No conocemos las profundidades de nuestro espíritu. Hacia adentro va el camino misterioso. En nosotros, o en ninguna parte, está la eternidad con sus mundos -el pasado y futuro-. Y en otro lugar dirá: ‘Todo lo bueno que hay en el mundo viene de dentro” (24).
José Carlos Martín de la Hoz
Antonio Pau, Novalis. La nostalgia de lo invisible, ediciones Trotta, Madrid 2019, 261 pp.