El obispo de Segovia Mons. Cesar A. Franco Martínez acaba de publicar en estos días un comentario cristológico de la epístola a los hebreos, cuyo tema central es el sacerdocio de Cristo. Precisamente, en estos días de la Navidad es buen momento para detenerse con esta brillante y piadoso capítulo de Teología bíblica. El autor desea recordarnos que “sólo en la pasión de Cristo comprendemos la profundidad del amor de Dios que nos ha entregado a su Hijo «para que vivamos por medio de él»” (1 Jn 4,9).
El libro podría resumirse en este impresionante elogio que realiza Franco Martínez al autor de la Epístola a los Hebreos: “El hecho de que un ajusticiado por blasfemo, en el terrible e ignominioso patíbulo de la cruz, sea proclamado sumo sacerdote superior al del culto levítico; el que una muerte entre malhechores fuera de la ciudad santa de Jerusalén se convierta en un acto de culto ofrecido a Dios y que el crucificado y su muerte alcancen la categoría del culto definitivo que salva a la humanidad de sus pecados, no habría sido posible sin una agudeza única de pensamiento que, superando las apariencias externas, lograra mostrar que en Cristo ha tenido cumplimiento el fin de la institución sacerdotal en cuanto mediación entre Dios y los hombres para el perdón de los pecados. Solo un genial pensador podía lograrlo, y ese es el autor de los Hebreos” (35-36).
Como “todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios” (Heb 8,3). Luego Jesús, Sumo Sacerdote también ofreció la victima: “en el capítulo 9, el autor dice que Jesús «se ofreció a sí mismo» (Heb 9, 14). La ofrenda que presenta al Padre es la de su propia existencia” (38). Y añade: “la pasión y muerte de Jesús constituye la ofrenda para vencer definitivamente la muerte y dejar expedito el camino hacia Dios. (…). La muerte de Jesús se convierte en el culto que Dios acepta como agradable a sus ojos y lo sanciona con la proclamación del sumo sacerdocio de Jesús” (39).
Es indudable detenerse a anotar lo que sedujo al autor de la carta a los Hebreos: “cómo se había hecho realidad que, en Jesús de Nazaret, superadas todas las apariencias externas de su persona, el hombre, que camina hacia la muerte con el temor servil de quien se siente condenado, puede acceder a través de la humanidad de Jesús al mismo Dios y hallar su infinita compasión y misericordia” (51). Inmediatamente introduce el concepto del sacerdocio misericordioso: “Vayamos con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y encontremos la gracia en el tiempo oportuno (Heb 4, 16)”. Es decir, el camino hacia la compasión caracteriza a Jesucristo como sumo sacerdote de la fe cristiana (75).
Finalmente, nos dirá a propósito de Heb 13, 8-15, que es un resumen de toda la epístola: “con mucha habilidad, el autor ha recogido en este texto la idea central de todo su escrito: Cristo ha santificado al pueblo con su propia sangre. Y recuerda que él es «el mismo ayer, hoy y siempre», indicando así el carácter definitivo de su acción” (133).
José Carlos Martín de la Hoz.
Cesar A. Franco Martínez, Pasión y compasión de Jesús. Ensayo bíblico sobre la cristología de la carta a los hebreos, ediciones Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2019, 148 pp.