El santo de la bicicleta

 

Resulta conmovedor leer detenidamente la semblanza de este sacerdote Operario diocesano que gastó su vida sacerdotal formando otros sacerdotes y, además, a miles de familias cristianas en Tucumán (Argentina) y por supuesto en tierras de la diócesis de Toledo.

Martín Martín (1923-2011) era un sacerdote de la diócesis de Toledo al que le llegó la llamada de Dios mientras llevaba una vida corriente en su pueblo en Sonseca, lindando con la Mancha, en esta gran diócesis de Toledo. Era hijo de familia numerosa de campesinos, comerciantes e industriales como era aquel pueblo emprendedor.

Desde allí, pudo incorporarse al seminario menor y después al seminario mayor de Toledo, donde realizó con aprovechamiento sus estudios sacerdotales y adquirió una sólida formación.

Martín Martín era conocido en el pueblo como el santo de la bicicleta pues era su medio de locomoción habitual de modo que podía desplazarse de un sitio para otro cuidando enfermos, predicando la palabra de Dios, escuchando y atendiendo las pequeñeces y grandiosidades del pueblo cristiano (35).

Desde su ordenación sacerdotal, el 11 de junio de 1949, en la capilla del seminario menor de Toledo de manos del entonces obispo auxiliar de Toledo, don Eduardo Martínez González, tuvo en su alma un inmenso amor a la eucaristía y para él la celebración de la misa tenía un valor infinito (33).

Como operario diocesano tuvo siempre en el horizonte formativo la preparación de los sacerdotes para la vida eucarística, la intimidad con Jesucristo y, por otra parte, para la aplicación de los méritos infinitos de la Misa en el pueblo cristiano del mundo entero, que eso era sencillamente para él la evangelización (36).

Desde su primer destino en el seminario menor de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, dependiente de la diócesis de Sevilla, derrochó buen humor, alegría y capacidad de entrega para cuidar a aquellos niños que tenían el deseo de formarse cristianamente para discernir la llamada de Dos. Eran tiempos de posguerra y hasta la falta de alimentación, sumaba en la ilusión de formarse muy bien para sacar adelante la Patria y a la Iglesia (37).

Desde el primer momento tiene en su mente y en su corazón la palabra santidad. Está escrita en sus papeles, ejercicios espirituales, tiempos de oración y, por supuesto, en las pláticas que dirige a los jóvenes alumnos del seminario, revoltosos, inquietos y divertidos, pero que se ponían muy serios cuando se paraban a pensar (38).

José Carlos Martín de la Hoz

Miguel Ángel Dionisio Vivas, El santo de la bicicleta. Un recorrido a través de la vida del Siervo de Dios Martín Martin Martín-Tereso, ediciones Sígueme, Salamanca 2024, 142 pp.