El Siervo de Dios Álvaro del Portillo



            Recuerdo
bien aquella tarde del 15 de septiembre de 1975, me encontraba en Alpedrete, una pequeña localidad cercana a Madrid
merendando con unos amigos. Me fijé en la contraportada del diario vespertino Informaciones que, en la edición de ese
día, incluía en la contra-potada una fotografía de San Josemaría
Escrivá junto al entonces Secretario General del Opus Dei, D. Álvaro del
Portillo. El titular decía: "A un santo le sucederá otro santo" y la noticia
daba cuenta de la elección, en se día, de D. Álvaro como sucesor del Fundador
del Opus Dei al frente de la Obra .


            Pasaron
los años y el 23 de marzo de 1994 falleció en Roma con fama de santidad el
Siervo de Dios Álvaro del Portillo. Aquél vaticinio del periódico parecía haberse
hecho realidad; desde entonces esa fama de santidad se ha ido extendiendo y
consolidando por el mundo entero, así como la fama de favores obtenidos de Dios
por su intercesión que continúan llegando a la postulación de la Causa.


            En
espera del juicio de la Iglesia, que es quien puede confirmar su santidad, son
muchos los cristianos que buscan en la serena y amable figura del Siervo de
Dios un modelo de santidad para sus vidas y un intercesor ante Dios para sus
necesidades materiales y espirituales.


            Hugo
de Azevedo ha escrito una semblanza de D. Álvaro que
incluye un título significativo: Misión
cumplida
. Efectivamente,
el 15 de septiembre de 1975 sucedió a San Josemaría
al frente del Opus Dei. Dirigió durante diecinueve años el desarrollo del Opus
Dei desde la fidelidad al carisma fundacional.
Juan
Pablo II le consagró obispo el 6 de enero de 1991.


            La
lectura de esta semblanza ahonda también en una de las facetas características
del Opus Dei: servir a la
Iglesia. Resulta conmovedor comprobar la dedicación a la
Iglesia universal del Siervo de Dios, en primer lugar, como Prelado del Opus
Dei, impulsando la santidad y el afán apostólico en medio del mundo de miles de
hombres y de mujeres de toda clase y condición.


            Inmediatamente,
resalta la dedicación de D. Álvaro a los diversos Dicasterios Romanos donde
trabajó o fue consultor. Las Congregaciones de Obispos, Clero, Religiosos, Doctrina
de la fe, Interpretación del Derecho Canónico, Causas de los Santos, etc.


            Dentro
de esos trabajo, e
l Beato Juan XXIII le nombró
Consultor de la Congregación del Concilio Vaticano II (1959‑65), y fue
Secretario de varias Comisiones Conciliares, entre otras la del Clero, desde las que
contribuyó a la renovación espiritual de la Iglesia.


            Falleció santamente el 23 de marzo de 1994, tras peregrinar a
Tierra Santa. El Santo Padre Juan Pablo II rezó ante sus restos mortales, como
reconocimiento por su servicio al Pueblo de Dios.
La Congregación para las Causas de los
Santos aprobó que, para el estudio de la vida y virtudes del Siervo de Dios, se
constituyeran dos tribunales: uno en la diócesis de Roma y otro en la Prelatura
del Opus Dei. El 5 de marzo de 2004 tuvo lugar la sesión de apertura del
tribunal del Vicariato de Roma. El cardenal Camillo Ruini, vicario del Santo Padre para la diócesis de Roma,
presidió el acto. El 20 de marzo del mismo año, el Prelado del Opus Dei
presidió la apertura del tribunal de la Prelatura. Las Actas del Proceso
fueron entregadas en la Congregación para las Causas de los Santos. Después de
obtener el correspondiente Decreto de
validez
del proceso, se elaboró la Positio
que se depositó en
la Congregación en 2010.


 


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


HUGO DE AZEVEDO, Misión cumplida,
ed. Palabra 2012, 220 pp.