Se trata de un libro de divulgación dirigido principalmente al público universitario, orientado a dar a conocer las cuestiones claves de la historia del siglo XX. Los autores, Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y Carlos Gil Andrés profesor de Secundaria, desean y logran desarrollar el tema  con sencillez y de modo didáctico.

            Como se puede comprobar a lo largo de las páginas del libro, resumir no es fácil y, además, en un libro de estas carácterísticas, las tesis no se demuestran ni se argumentan sino que solo se exponen. Desde luego los lugares comunes abundan, sobre todo, en el tratamiento de la acción de la Iglesia Católica, siempre tratada en términos de poder y de influencia política.

            Es de particular interés el capítulo sobre “la República acosada”, donde los autores muestran los desequilibrios y falta de cultura democrática. Los ataques a la Iglesia y el concepto de que la República era patrimonio de la izquierda: “La CEDA amenazaba con la violencia si no se le permitía gobernar y los socialistas proclamaron su intención de desencadenar una revolución si la CEDA entraba en el gobierno. Después de la revolución de octubre de 1934, las posibles soluciones de centro que Lerroux y los suyos proponían acabaron bloqueadas por la estrategia de la conquista del poder de la CEDA. Los patronos pasaron a la acción y recuperaron las posiciones perdidas con la llegada de la República” (97). Y, seguidamente, añaden: “Azaña y los gobernantes republicanos despreciaron el poder de la Iglesia y de los católicos y dos años después de proclamada la República, los tenían allí, enfrente, movilñizando la calle, en los medios de comunicación, en el púlpito” (99).

            La tesis que desarrollarán como clave de la preguerra civil y de la posguerra es la siguiente: “La confrontación entre la Iglesia y la República, entre el clericalismo y el anticlericalismo, volvió al primer plano de actualidad tras las elecciones de febrero de 1936” (116). Es decir, la identificación entre Iglesia y clericalismo y poder; y la de República como anticlericalismo y poder.

            Desde la guerra civil el libro pierde interés y se sumerge en una serie de lugares comunes, como el del reparto de las cátedras universitarias: “cuyos puestos se los distribuyeron los propagandistas católicos y el Opus Dei”.  A lo que añaden confusamente: “los antiguos políticos de la CEDA y miembros de la ACNP contribuyeron de forma decisiva a institucionalizar el nuevo Estado de la España de los vencedores” (172).

            Más confuso todavía resulta cuando hablan de 1951 y de Ruíz Giménez  como ministro de Educación: “Su política de reintegración del profesorado exiliado encontró el rechazo de la vieja guardia franquista del 18 de julio de 1936 y de sectores integristas del Opus Dei” (177).

            Tampoco faltarán el lugar común de la explicación del desarrollo económico de España con los planes de desarrollo (178-180) donde vuelven a la identificación de los llamados tecnócratas con el Opus Dei, el mito de Matesa y a las pugnas falange-Opus Dei  (pp.190-192). Es llamativo el silencio sobre el cierre del diario Madrid, Antonio Fontán y Rafael Calvo Serer, etc.

 

 

                                                                                                                                                                                                                              José Carlos Martín de la Hoz

 

Julián Casanova –Carlos Gil Andrés, Breve historia de España en el siglo XX, ed. Ariel, Barcelona 2012, 267 pp.