En este volumen reciente de Fragmenta editorial, el profesor del Instituto de Ciencias religiosa de Cataluña, Josep Otón (Barcelona 1963) aborda una de las cuestiones más controvertidas y desconocidas de Simone Weil (1909-1943), precisamente la relativa a su itinerario espiritual.
En efecto, la compleja y rica psicología hiperactiva de la filósofa francesa Simone Weil, aparece de un modo muy marcado a la hora de indagar su itinerario espiritual y lo que podríamos denominar como su “status quo religioso” en el momento de su muerte prematura (156), pues todo en la vida parece truncar un proceso religioso muy rápido en la intensa vida de la filósofa, activista política y maestra, acaecida en plena guerra mundial por una tuberculosis que evidentemente venía agravada por su agotador modo de vivir intensamente tantas vidas en una.
Indudablemente hay que reconocer el valor del profesor Josep Otón para adentrarse delicadamente en los escritos de Simone Weil y buscar en ellos los trazos autobiográficos más significativos, sus posibles “confesiones”, pues las obras escritas de Weil son siempre apasionadas, rápidas y necesitadas de una segunda lectura y sopesadas antes de publicarlos, lo que nunca llegó a realizar la autora. En ese sentido se agradecen los textos aportados, con sus correspondientes comentarios de los momentos místicos o de mayor intimidad de la apasionada Simone Weil con Jesucristo, según las anotaciones realizadas por ella misma y publicadas (39, 55, 56, 59, 60).
Por otra parte, el autor, buscará testimonios lo más variados posibles de quienes la conocieron, se escribieron con ella o escribieron sobre ella y, de ese modo, contar con las necesarias luces hermenéuticas y, de ese modo, para volver sobre los textos autobiográficos y poder iluminarlos. Por ejemplo la interpretación del texto de la primera vivencia de la autora redactada tal y como fue publicado (39-40) y releído por el profesor Otón tras estudiar los testimonios de su madre, familiares y amigas terminan por dar una idea completamente distinta del mismo texto (45).
Asimismo, en este trabajo se aportan testimonios y reflexiones que ayudan a entender la necesidad de evitar juicios precipitados sobre el pensamiento y carácter de Simone Weil, e invitan a seguir reflexionando sobre la vida y la obra de nuestra filósofa, como hizo hace años el dominico Joseph Marie Perrin (64-71). En ese sentido la aportación de Simone Beauvoir, compañera de estudios de la Sorbona, comienza por ser muy ilustrativa y luego paradigmática: “por aquella época una hambruna acababa de devastar China y me contaron que, al enterarse de la noticia, se había echado a llorar. Unas lágrimas que me obligaron a respetarla aún más que sus dotes filosóficas” (34). Enseguida añadirá la narración de la única conversación entre ambas: “afirmó de manera tajante que solo una cosa importaba hoy: una revolución que permitiera comer a todo el mundo; yo le contesté, de forma no menos tajante, que el problema no era lograr la felicidad de los hombres, sino dar un sentido a la existencia. Mirándome de arriba abajo, me dijo, ya se ve que nunca has tenido hambre” (34).
José Carlos Martín de la Hoz
Josep Otón, Simone Weil: el silencio de Dios, Fragmenta editorial, Barcelona 2021, 220 pp.