En busca de consuelo

 

El historiador y ensayista Michael Ignatieff (Toronto 1947), se ha esforzado en redactar un trabajo buscando proporcionar argumentos e ideas que remuevan la esperanza y el consuelo en el gran público y selecto que busque en la filosofía y en los pensamientos de los clásicos al menos una chispa de luz o de argumentos con algo de sentido en los tiempos de desconcierto.

Este libro parte del encargo de hablar de justicia y política en un intermedio entre cuatro coros que cantaban los salmos de David mientras se proyectaba la letra en pantalla de modo que el público podía quedar arrebatado por el consuelo de la belleza y de palabras de “vida eterna”.

Indudablemente los clásicos, la música y los textos de los salmos de David que son cantos de esperanza en Dios y en la grandeza del corazón humano siempre conmueven si se leen con apertura a la palabra de Dios, en actitud de fe, esperanza y verdadero optimismo.

El libro, como nos narra su autor, fue creciendo al encontrar tantos autores a lo largo de la historia que han deseado proporcionar paz y serenidad y consuelo a los hombres y mujeres de su tiempo. Una selección de los mismos se encuentra en este trabajo que, lógicamente, no es infalible ni determinante pues su eficacia dependerá de la disposición del sujeto no del autor del trabajo ni menos del autor de este libro que actúa con la mejor voluntad.

Lógicamente, el profesor Ignateff, ha desarrollado su libro desde aquel concierto un sexto sentido para hurgar en su memoria y en sus lecturas los diversos capítulos de este libro. Es una pena que en los referentes a Jesucristo y a san Pablo pase por encima y no llegue al fondo de la cuestión, seguramente por no haberlo experimentado. De hecho, en el evangelio de Juan se lee como Pedro le duce al Señor: “Adonde iríamos, solo tú tienes palabras de vida eterna” (Io 6, 68). Y ese es el mejor consuelo: la vida eterna.

Respecto a san Pablo se le ha pasado a nuestro autor recordar los consuelos que recibió Pablo de Dios: “y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20). Indudablemente, no creo que exista un consuelo mayor.

Resaltamos, finalmente, algunos de los consuelos ampliamente resumidos por el autor de este culto trabajo. Arrancará del consuelo de Epicuro, de las obras de los estoicos y su famoso haz lo que esté de tu mano, y, por supuesto, del trabajo inmenso de la “La consolación de la filosofía de Boecio”.

También abordará temas menos conocidos como la interpretación de un cuadro sobre Saul y Salomón, de Max Weber el teórico sobre los orígenes del capitalismo, pero esta vez para hablar de obras de arte y de sus postales a su esposa Marianne durante un viaje a Ámsterdam (187). La enfermedad de los nervios que padecía se calmó al encontrar que el trabajo no era un castigo sino una vocación (191).

José Carlos Martín de la Hoz

Michael Ignatieff, En busca de consuelo. Vivir con esperanza en tiempos oscuros, Taurus, Madrid 2024, 291 pp.