La autobiografía de Lluís Duch (1936-2018), publicada recientemente en Fragmenta, titulada: “Salida del laberinto” y que ha subtitulado como “una trayectoria intelectual”, se suma a la larga lista de teólogos e intelectuales que han escrito frecuentemente sus memorias, ocurridas en un tiempo indudablemente capital, pues fueron quienes llevaron en España el peso de la aplicación del Concilio Vaticano II al horizonte cultural, religioso y teológico del final del siglo XX y lo introdujeron en el nuevo milenio.
Es interesante la sencilla ingenuidad con la que narra el investigador Duch sus primeros estudios y formación, tanto en España como en Alemania, aunque realmente fueron más de autoformación y autodirección intelectual que de dirección concreta, puesto que, de hecho, leía de todo e indiscriminadamente, lo que le ha llevado a reproducir fotográficamente, el panorama de la evolución del pensamiento teológico en aquellas décadas, el deslizamiento final.
Siempre resulta útil recordar y recorrer los grandes autores de nuestro tiempo y de aquel tiempo y también impresiona la serena y optimista opinión de este monje catalán, eso sí siempre con muy buen humor, tanto suyo como en los otros monjes a quienes nos describe (25-33).
Los años de formación en Monserrat “fueron, así lo he creído siempre, muy bien aprovechados en varios sentidos, ya que me permitieron argumentar con solidez mis desacuerdos de todo tipo con el statu quo de un modo civilizado y no cerrado en sí mismo (36). Con esa formación abordaría el estudio sobre, Mircea Eliade, Bultmann, Paul Tilich, etc. (60-61).
La segunda parte del trabajo ya está más centrada en sus investigaciones después de la tesos doctoral, en donde aparecen temas interesantes de comunicación, filosofía de la religión, incluso de novela: “la novela policiaca tiene una poderosa sustancia teológica y unas dimensiones teodiceicas muy evidentes para muchos hombres y mujeres que, quizás sin tener consciencia de ello, buscan lo extraordinario en lo ordinario de la vida cotidiana, el triunfo del bien sobre el mal, la parusía que pondrá punto final a las formas de vida de este mar de lágrimas” (101).
Asimismo, en cuestiones de comunicación: “el descrédito y la inoperancia actuales de las transmisiones se deben casi completamente a las fracturas de la confianza en las estructuras de acogida que ha tenido lugar en las sociedades occidentales, y en las nuestras incluso de modo mucho más drástico” (107). Respecto a la comunicación de la fe se detiene en el momento actual de tantos cristianos desmovilizados y de la falta de aprecio de la simbología en nuestros tiempos más bien prácticos: “no puede olvidarse que las humanidades son, porque lo han sido siempre, las reservas simbólicas y críticas de todas las culturas humanas” (116).
José Carlos Martín de la Hoz
Lluís Duch, Salida del laberinto. Una trayectoria intelectual, editorial Fragmenta, Barcelona 2020, 220 pp.