Espiritualidad enraizada en la tierra

 

El interesante trabajo de Anselm Grün (1945, Baja Franconia, ecónomo del Monasterio alemán de Münsterschwarzach) sobre el fundador de la orden benedictina, san Benito de Nursia (480-547), patrono de Europa, está lleno de intuiciones muy valiosas y de ricas aportaciones que ayudan a valorar y a entender la figura del llamado padre de la vida monástica en occidente y asimismo apreciar la importancia de los benedictinos desde sus orígenes hasta la religiosidad actual.

La lectura sosegada de este trabajo aportará muchas y renovadas luces; por ejemplo, la famosa escena de la tentación de la carne y la pronta reacción del salto arrojándose sobre las zarzas, lo que transmite, según Anselm Grün, es el camino de escuchar al Espíritu Santo para superar la pasión del desamor mediante la pasión del amor: “mudando el incendio” (20). Es muy interesante que la primera fundación de san Benito terminara en fracaso pues “Era incapaz de despertar vida en ellos. Solo suscita en ellos pensamientos mortíferos” (21). Efectivamente, se cumplen a la letra las palabras del evangelio: “Nadie viene a mí si el Padre no le atrae” (Io 6, 44).

Asimismo, nuestro autor, Anselm Grün, conoce en profundidad la obra de San Gregorio, biógrafo de san Benito, como para poder comentar con sencillez cómo san Benito debió de cambiar, por ejemplo, el lugar de emplazamiento del monasterio desde Subiaco a Montecasino, debido a la oposición de los habitantes del lugar a la fundación, pero comenta: “cambió de lugar más no de enemigo” (25). Son muy interesantes los comentarios de nuestro autor siguiendo la obra de san Gregorio, acerca de la fe y de la vida de fe de san Benito y, por tanto, el don de avizorar el futuro: “La unión con Dios capacita a Benito para ver más allá de la situación presente y para saber cómo se habrán de desarrollar un hombre o una comunidad” (28).

Nuestro autor destaca el último encuentro entre san Benito y su hermana santa Escolástica, donde se plantea con toda naturalidad la disyuntiva entre la estricta la regla que ambos deben observar y que no se debe romper, que señala que a la caída del sol cada uno de ellos deben encaminarse inmediatamente a su propio monasterio. A la vez la oración de santa Escolástica que pide a Dios que intervenga, provoca una lluvia tan intensa que facilita que continúen su alta conversación sobre los misterios divinos: “Escolástica pudo más porque amaba más. No solo amaba más a Dios, sino también a su hermano. Solo quería permanecer junto a su hermano y hablar con él. El amor triunfa sobre la ley, el amor respira libertad. No hay temor en el amor” (31).

Donde realmente Anselm Grün brillará con luz propia y, por tanto, su obra sobre san Benito pasará a la historia de la espiritualidad radicará en la profunda interpretación de la famosa regla escrita por san Benito en el año 550, por iluminación del Espíritu Santo y por el profundo conocimiento de los monjes que le acompañaron en los primeros años, a los que orientó y de los que aprendió tanto: de ahí viene el título de este trabajo:  Espiritualidad enraizada en la tierra (149-169)

José Carlos Martín de la Hoz

Ansel Grün, Benito de Nursia. Espiritualidad enraizada en la tierra, ed. Herder, Barcelona 2002, 176 pp.