Estar en su lugar

 

La profesora y ensayista francesa Claire Marin (Paris 1974) nos ofrece en este breve ensayo una aproximación a la relación de los conceptos espacio y tiempo, es decir, estar en las cosas, en los ambientes, en definitiva, saber estar.

Es muy interesante la elegancia con la que se desenvuelve el pensamiento de la profesora francesa, de la filosofía de esta autora: la suavidad y buen tono de sus argumentos. La única pena es que se queda corta pues en ningún momento hay referencia al mundo sobrenatural, ni a Dios, ni a nada trascendente: no cita en ningún momento a Dios, ni hay referencia al mundo espiritual, pues está dejando de lado un campo impresionante del conocimiento, de la sensibilidad y de los sentimientos. Así, recordará con Simone Weill: “En este mundo no se puede echar raíces”, pero no le saca punta (174).

Precisamente, el escándalo de las guerras de religión llevó a Montaigne a encerrarse en una torre en su biblioteca y dedicarse a leer, pensar, escribir, meditar y, sobre todo, a dejar fluir el pensamiento sin prisas.

Indudablemente, muchas personas hemos aprendido a pensar en diálogo con Dios en una relación personal enriquecedora, pues experimentar la amistad con Dios y el diálogo divino, con o sin palabras, es uno de los momentos más gozosos de la existencia humana.

El ensayo comienza dándole vueltas a las dos grandes tendencias del ser humano: el sedentarismo, las amistades, las rutinas del día y la contemplación de los mismos pasajes, las conversaciones con nuestros seres queridos, amistades y conocidos. También está la visión del eterno migrante, el que entra y sale, el que no para quieto (35), el que viaja por el mundo y vuelve a viajar, sin capacidad de reposo, ni ganas de aburrirse (18).

Es muy importante, nos dice la autora, la capacidad de ordenar cada día la vida como quien ordena su mesa de trabajo incansablemente, aunque horas después, al final del día, vuelva a estar desordenada (25).

La autora plantea su ensayo como la búsqueda de un sentido a la vida, pero sin terminar de encontrarle sentido a ese objetivo. Por eso, parece como si fuera lanzando al aire posibilidades que se le han pasado por la cabeza, o por la propia experiencia: encontrar la propia voz (73); el miedo a sentirse fuera de lugar (78) y algo tan obvio como revolver en nuestra propia complejidad (98).

Dedica nuestro ensayo especial atención a los cambios de humor, al uso de las pasiones, enfados desproporcionados, es decir, momentos en los que las pasiones sencillamente nos vuelven irreconocibles (110).

Los últimos epígrafes están dedicados a volver a pensar sobre el título del libro, habitar la vida, habitar el cuerpo y, por tanto, a entretenerse sobre si estamos en nuestro sitio o en un lugar inadecuado (183). La teoría del lugar propio condensará gran parte de este trabajo que, por supuesto queda abierto a anotar otras impresiones futuras y contarlas (188). Estos ensayos tienen esta virtualidad: habitar en el mundo de la autora a ratos.

José Carlos Martín de la Hoz

Claire Marin, Estar en su lugar. Habitar la vida, habitar el cuerpo, Anagrama argumentos, Barcelona 2024, 228 pp.