Desde 1648 se fue abriendo camino la idea de construir la sociedad sobre
principios laicos, independientes de la religión: era un momento de
interminables disputas teológicas y la consolidación en europa
de la diversidad de religiones.
A partir de esa fecha, el fin del Estado dejó de ser el
mismo que el de la Iglesia: si antes era la salvación de los súbditos, a partir
de entonces será –con el tiempo- el bienestar de los ciudadanos.
En ese giro se perdió la base firme del derecho natural:
sólido fundamento de las leyes humanas, para degenerar sólo en el derecho
positivo. El mero y simple acuerdo de los ciudadanos. Con la
Revolución Francesa se consolidó en Europa la distinción de poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Mientras la ética cristiana seguía inspirando, como aglutinante común la
sociedad, todo se fue sosteniendo.
Así pues la pluralidad de confesiones acabó confluyendo
en el derecho positivo. Se trataba de buscar un marco de convivencia. El
problema estaba en la raíz: pues se había construido sobre la hipótesis "como
si Dios no existiera", lo que puso en manos de la razón todo el poder. Además,
quienes lo ejercían eran una minoría.
Pero el tiempo no hizo sino ir deteriorando el problema:
la razón produjo muchos frutos, pero también cometió errores: se llegó a la explosión
de la bomba atómica, al nazismo y sus matanzas, a los experimentos humanos,
etc. Y más recientemente, a la manipulación biológica y al exterminio del
débil, después de los diagnósticos prenatales.
Una cosa es laico y otra laicidad. Como una cosa es el
santo y otra el santo laico. No se puede imponer el punto de vista del increyente, como tampoco se puede imponer la fe a nadie. La
libertad religiosa no es sinónimo de indiferentismo. Es importante descubrir
que, desde hace tiempo, hay dos modelos en juego: los que creen que Dios ha
creado al hombre y los que creen que el hombre ha creado a Dios.
Por tanto una cosa es laicismo y otra laicidad. La
laicidad es eliminar los principios religiosos. Como si la democracia y el
relativismo fueran lo mismo. Enviar al cristianismo al santuario de la
conciencia.
En occidente hay una pugna entre la cultura laica
racional y la comprensión cristiana de la realidad.
Ambas desean ser
unificadoras, aglutinadoras y clarificadoras. Pero, de hecho como decía
Ratzinger: "No existe la fórmula
universal racional o ética o religiosa en la que todos puedan estar de acuerdo
y en la que todo pueda apoyarse. Por eso mismo la llamada ‘ética mundial’ sigue
siendo una abstracción".
Hay valores y derechos que se han considerado
intangibles, pero ¿hasta cuando? Hace falta escuchar y escucharse: es necesario
un diálogo profundo, pues cada vez es más urgente llegar a un fundamento sólido
de nuestra civilización, y ahí la religión tiene mucho que aportar.
José Carlos Martín de la Hoz
Jospeh Ratzinger, Dialectica de la secularización, Encuentro, Madrid 2006.
http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=5073
George Weigel, Política sin Dios, Cristiandad
2005
http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3728
Andrés Ollero, España ¿un estado laico?, Civitas 2005
http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3765