Hace unos dias un conocido columnista de ABC, José Francisco Serrano, se preguntaba sobre “hacia donde conducía la Compañía de Jesús el papa Francisco”, y lo hacía a propósito del libro que acababa de publicar el profesor de Historia de la Iglesia Moderna, Gianni La Bella, donde se ofrece un detenido estudio sobre la vida de la Compañia de Jesús desde el Concilio Vaticano II hasta el Pontificado del papa Francisco.
La primera parte del trabajo, recorrerá la vida del padre Arrupe al frente de la Compañía desde su elección hasta el final y, al hilo de su vida, irá narrando los grandes problemas de la Compañia con el fenómeno de la Contestación, con la aplicación del Concilio y con la teología de la Liberación en América, etc.
Seguidamente, se detendrá en el Pontificado de Juan Pablo II, con la intervención de la Compañía con un delegado; el cardenal jesuita Dezza, en 1981 y la convocatoria de la Congregación XXXIII que eligiría al nuevo Prepósito el holandés P. Kolvenbach, con el cual parece como si las aguas hubieran vuelto, poco a poco, a su cauce, De hecho él mismo afirmaba con gran sencillez sus objetivos: “la consolidación dinámica de la orden a través del restablecimiento de sus estructuras tradicionales de gobierno, sin cambiar de rumbo” (235).
Efectivamente, tras la solemne celebración del año ignaciano por el 500 aniversario del nacimiento del fundador y 450 del comienzo de la Compañía (1988-1992), nos habla el autor de la vida habitual de la Compañía: con el desarrollo normal del trabajo, pues ya en los años noventa se producen luces y sombras, más las primeras que las segundas; con la recuperación de las vocaciones, la mayoría de ellas procedentes de profesionales, de jóvenes universitarios y jovenes profesionales, de todas las razas y culturas. Asimismo, nos habla del esfuerzo del P Kolvenbach por recuperar el apostolado con intelectuales y la primacia de cátedras y ámbitos académicos de prestigio, la recuperación del nivel académico de colegios y universidades, etc (355).
Efectívamente, al término de los años noventa, tiene lugar en Loyola en el 2000 una reunión muy significativa con los “superiores mayores” donde el P Kolvenbach, ya en los últimos años de su actividad dirigente, no dudará de hablarles con gran vigor e ilusión de “fidelidad creativa en la misión” (357-358).
Efectivamente, en el 2005 en la Asamblea de Loyola, el P. Kolvenbach aprovechará para anunciar su decisión de renunciar al cargo y comenzará así un largo proceso que concluirá en el 2008 con la elección del nuevo Prepósito Adolfo de Nicolás (373). eso si se aporta el dato de la petición de Secretaria de estado de que el P. Kolvenbach acudiera al arzobispo Bergoglio para recabar su opinión sobre el estado de la Compañía (366).
los siguientes años quedarán marcados por el resello de la Congregación XXXV que hablaba de un mundo globalizado y multicultural, lo que implicará no solo el manejo de los multimedia sino la presencia activa del evangelio en todas las culturas y en todos los ambientes para iluminarlos desde dentro (387). Enseguida se añadirá la cuestión de la ecología (388) y la compañia en la red mediante el gobierno globalizado (390). En esa línea el autor hablará del “meteoro Nicolás por las periferias del mundo” (397).
Un año antes de la celebración del 200 aniversario de la restauración de la Compañia llegó la inesperada noticia de elección del papa Francisco en la figura del arzobispo Bergoglio, “quien se siente profundamente jesuita” (413). Un espaldarazo para el crecimiento de la Compañía en las palabras del P. Kolvenbach en Loyola, antes citadas: “fidelidad creativa en la misión”. Es decir no ha lugar a la disyuntiva de ¿Refundación o fidelidad creativa?
José Carlos Martín de la Hoz
Gianni La Bella, Los jesuitas, del Vaticano II al papa Francisco, ediciones Mensajero, Bilbao 2019, 463 pp.