Luciano Concheiro, filósofo, pertenece a la última generación de jóvenes pensadores mexicanos, ya nacidos en la época de los multimedia y habituados a los ordenadores y a la velocidad de un mundo global conectado por internet.
En ese sentido la aceleración como característica de la sociedad en la que ha crecido el autor (11) no sólo es real en el mundo, sino en nosotros mismos. De hecho esta obra está hecha con prosa, con velocidad, con ritmo y prisa para pasar a otra cosa.
La aceleración del pensamiento exigiría un examen con la calma, quietud y serenidad, necesarias, pues si no se yerra al juzgar. De ahí la genial idea de insertar a lo largo del libro siete fotografías de uno de los grandes fotógrafos de México, Gabriel Orozco (México 1962). Al llegar a estos siete insertos en alma se detiene, contempla atisba y concluye en un gigantesco no al autor.
Orozco dice que no, propone que no, a la falsa solución del autor del ensayo al problema de la aceleración (13). La respuesta no es la "filosofía práctica del instante"(14), en espera de que se llegue a la jubilación y se pueda recuperar el tiempo perdido. De hecho el autor ya señala que el uso de los estimulantes y, en especial, la cocaína hará que muchos no lleguen a jubilarse (81).
La solución es, por tanto, seguir impulsando la búsqueda de momentos quietud, de amistad, de familia, incluso de oración. El ser humano debe luchar por el descanso, el tiempo libre diario y en el fin de semana. Es necesario para rendir, para ser persona rindiendo, para aportar algo serio, incluso para leer con atención (16).
Así pues la solución es enfrentarse tanto al pesimista análisis marxista del mecanicismo en la producción, la economía y las relaciones humanas (20-21, 94), como al del capitalismo (38), e incluso del turbocapitalismo (107).
En definitiva, como nos recuerda el autor, la ralentización es la valiente solución del papa Francisco en la Laudate si: "Tenemos que convencernos de que desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo" (110).
El autor no logra desprenderse de la prisa para terminar este ensayo, y una y otra vez, repite la conclusión-aportación: el instante. Lo define, lo ejemplifica, lo desglosa, pero no termina de dar pasos adelante (114-123, 128). Quizás porque no hay más que para decir que una mera declaración de intenciones: "La filosofía del instante sería una filosofía en un sentido poco convencional (…). Quiere transformar la vida" (128).
José Carlos Martín de la Hoz
Luciano Concheiro, Contra el tiempo. Filosofía práctica del instante, ed. Anagrama, Barcelona 2016, 172 pp.