Francisco y los jesuitas

 

El trabajo del profesor de Historia de la Iglesia Moderna, Gianni La Bella, acerca de la historia reciente de la Compañía de Jesús, desde el Concilio Vaticano II hasta nuestros días, termina con un largo capítulo dedicado a las relaciones del papa Francisco con los jesuitas, en el que merece la pena detenerse.

En efecto, después de narrar el professor La Bella las diversas vicisitudes y faltas de entendimiento, dentro de un clima de obediencia, que tuvieron lugar entre el padre Arrupe y el papa Pablo VI y de la intervención del Santo Padre Juan Pablo II de la Compañía en 1981, para nombrar un delegado jesuita el padre Dezza, que les ayudara a encontrar un sucesor que enderezara la vida de la Compañía hasta la llegada del nuevo milenio, como fue el Padre Kolvenbach, nadie podia imaginar, ni el propio general Adolfo Nicolás, que fuera un papa jesuita la persona que les ayudara a reencontrar el camino de la plena obediencia al santo Padre.

Lo que queda clara desde el comienzo es que fue un empeño común tanto del papa Francisco como del Prepósito General el mútuo entendimiento y el deseo de supercar cualquier distancia o malentendido y encontrar un verdadero clima de confianza mutua. Así lo demuestran las cartas del Padre Adolfo Nicolás (413), como los detalles de afecto y cordialidad del Papa (412) y de superación y olvido de cualquier distancia que hubiera habido (418).

Enseguida, nuestro autor narrará pormenorizadamente el empeño del santo Padre por reunirse, en pocos meses, con los jesuitas de muchas y variadas formas, como narra seguidamente: audiencias a colegios, Consejo de redacción de La Civiltá Cattolica, celebración del 31 de julio en El Gesú de Roma en la fiesta de San Ignacio, beatificación de Pedro Fabro, la canonización del misionero jesuita José de Anchieta, el impulso decidido de la causa de Alonso de Barzana, “el Francisco Javier de Argentina”, recibimiento a la Pontificia Universidad Gregoriana, Instituto Bíblico y el Instituto Oriental, comida en la Curia General de los jesuitas, celebración del bicentenario del restablecimiento de la Compañía (418-427).

Para concluir, el autor recoge una costumbre habitual de los viajes del papa por el mundo entero, en los que siempre encuentra un momento para encontrarse con los jesuitas del lugar y sostenerlos en su labor y alentarles en la tarea a pesar de las dificultades que puedan encontrar y, si no está prevista la visita, improvisando un encuentro sorpresa, como los que tuvo lugar en Corea del Sur, Filipinas, México e Irlanda (427-429).

Señala nuestro autor, a modo de sinteis: “Francisco pide a la Compañía ayuda y colaboración, mucho más que sus predecesores y esta representa para él ‘su familia pontificia’, a la que confía múltiples encargos y a la que se dirige con frecuencia, con trasparencia y confianza, utilizandola como red planetaria de la que obtener información y recibir apoyo, pero sobre todo, como ha decho en sus viajes a Chile y Perú confiándoles un encargo específico: ‘enseñar y divulgar la práctica del discernimiento’” (429).

El apartado sobre el papa Francisco y la Compañía, concluye, como el libro, con la descripción de la convocatoria, preparación y celebración de la Congregación XXXVI, en la que resulta elegido el primer Prepósito general que no es europeo, el Padre Arturo Sosa, venezolano,  es el 24 de octubre de 2016 y “por primera vez en la historia, un papa jesuita deja el Vaticano y se suma a los jesuitas reunidos en el aula de la Congregación, donde se queda durante más de cuatro horas. Es algo inédito, un gesto cargado de significado, una cita para la que el nuevo general había pedido a todos que se prepararan espiritualmente” (436).

José Carlos Martín de la Hoz 

Gianni La Bella, Los jesuitas, del Vaticano II al papa Francisco, ediciones Mensajero, Bilbao 2019, 463 pp.