Siempre me he preguntado por las causas del fenómeno gay. Lo he hecho desde que un compañero de mi suegro nos contaba, con lágrimas en los ojos, como su padre se divertía con sus amigas mientras que su madre permanecía en casa atendiendo a los hijos. Este hombre nunca se casó, ejercía de anticuario, iba de vacaciones con hombres solteros como él y disfrutaba de la amistad de actrices que frecuentaban su casa. Mi suegro no decía de él que fuera homosexual -hubiera sido una acusación muy fuerte en aquellos años- pero decía que tenía matriz, o sea, que actuaba como una mujer.
Al escuchar a aquel hombre llegué a la conclusión de que la orientación gay comienza en la familia: el joven o la joven rechazan el modelo de virilidad o de feminidad que han visto en su casa y se sienten próximos a la figura que les es más querida, la madre para ellos o el padre para ellas. Recuerdo un matrimonio en el que la esposa tenía un carácter estúpido y su única hija era lesbiana. Siempre he supuesto que la chica rechazaba -y con toda razón- la actitud que veía en su madre. La orientación sexual es un fenómeno complejo y los homosexuales siempre han rechazado indagar acerca de sus causas y menos aun modificarlas; conocer las bases psicológicas de la misma les inquieta, consideran homófoba toda investigación y determinados legisladores y jurisprudencia apoyan esta pretensión acientífica. La biografía de Freddie Mercury de Lesley-Ann Jones, sin embargo, dedica un gran espacio a los testimonios sobre la sexualidad del cantante.
Es posible que el cantante hubiera rechazado el modelo de virilidad que veía en su padre, y así parece admitirlo la autora cuando escribe: "Bami -Bami Bulsara, el padre- no fue ni un modelo dominante ni un ejemplo de hombría para su hijo. Freddie se sentía más cómodo entre las matriarcas de la familia" (pág.66); y en otro lugar dice que "era un niño muy sensible y, como él mismo admitía, un poco enmadrado" (pág.71). Esta última circustancia favoreció que, durante toda su vida, admirase y respetase a las mujeres aunque prefiriera el sexo con hombres. De Mary Austin, su primera compañera, leemos que con élla tenía una relación que, debido a la religión y cultura de su familia nunca había podido establecer con su madre de verdad" (David Wigg, pág.140).
La segunda posibilidad, no incompatible con la anterior, es que Freddie adptara la homosexualidad por rebeldía. Leemos que, desde el principio estaba resentido con sus padres por haberle enviado a estudiar lejos de casa y cómo se vió en la necesidad de adoptar una pose para defenderse de sus compañeros que se burlaban de él (pág.76). Barbara Valentin, una de sus amantes femeninas, afirma que Freddie "decía que no había sido gay desde el principio, pero que cambió y emprendió una vida gay. En su caso -prosigue- fue una elección, no una cuestión biológica" (pág.327). Barbara habla de una vida gay, luego gay puede ser una forma de vida.
Barbara afirma que "practicábamos el sexo con regularidad" (pág.327), mientras tanto ella estaba dispuesta a aceptar que "siguiera ligando con docenas de hombres gay y los llevase a casa una noche tras otra". La actriz asegura que en esas relaciones Freddie "solo buscaba la ternura, el afecto" (pág.328); es difícil compartir esa opinión si el cantante tenía docenas de amantes de una noche y además les pagaba. Es más fácil suponer suponer que buscaba el placer físico así como la sensación de protagonismo y dominación. La periodista Marcela Delorenzi, seguidora argentina del cantante, escribe que "siempre consideré que Freddie tenía dos caras: el bien y el mal, el blanco y el negro. Freddie Bulsara era el bien, el lado blanco" (pág.295).
La realidad es que Freddie, por su carácter, no podía renunciar a nada y que tanto él como sus compañeros aceptaban que tenía adicción al sexo: "Soy indudablemente -diría- una persona sexual (...) prefiero el sexo sin ningún tipo de implicación personal" (págs.234 y 235). "Descaradamente sexual" -añadía su maquilladora (pág.259). "Sexo sin ataduras -concluye su biógrafa-, con parejas siempre nuevas" (pág.283). Por su parte, Peter Freestone, que fue su ayudante y luego enfermero, afirma que "la opción más segura era un hombre distinto después de cada actuación" (pág.300). Freddie no desconocía lo que valían sus compañías y no dudaba en humillarlos o despacharlos sin más contemplaciones. De Jim Sutton, su último compañero y amante, Barbara diría que "a menudo Freddie se portaba muy mal con Jim" (pág.339), "pensábamos que Jim no era más que un sirviente, pero en cierto sentido sí le amaba. Lo trataba a patadas, pero seis años juntos es mucho tiempo y Jim permaneció a su lado hasta el final" (pág.341).
La autora afirma que, en ocasiones, Freddie se había referido a "la inútil búsqueda del amor verdadero" y que se sentía "victima de una maldición que había impedido su realización emocional y romántica (...) con relaciones desastrosas durante muchos años" (pág.372). El lector puede juzgar por sí mismo la sinceridad de ese sentimiento de búsqueda del amor, cuando no se está dispuesto a renunciar a nada, ya que elegir siempre supone renunciar a algo distinto e incompatible con lo anterior.
Juan Ignacio Encabo Balbín
Jones, Lesley-Ann, Freddie Mercury, Alianza editorial, 2022.
Cohen, Richard, Comprender y sanar la homosexualidad, Libros Libres, 2004.