En ocasiones, los grandes
cambios estructurales inciden poco en nuestros intereses más cercanos. Pero no
siempre sucede así. El nuevo Espacio Europeo de Educación Superior va a suponer
una importante novedad que afectará a las universidades y a los universitarios.
El cambio más
importante consiste en ofrecer al alumno una formación de mayor calidad, tanto
en estudios de grado como de posgrado, que fortalezca
la alianza entre docencia e investigación. Por definición, universidad es
unidad de saberes, integración de disciplinas y diálogo de ciencias. Es
preciso, pues, que la universidad sea un espacio donde se investigue para
enseñar y se aprenda de la investigación.
El centro de atención
pasa de la docencia al aprendizaje, de forma que los estudiantes sean los
protagonistas de su preparación intelectual. Los nuevos currículos promoverán
que los profesores atiendan mejor a los estudiantes, ayudándoles a integrar
conocimientos y elegir bien su futuro profesional. Sin ser una academia de
colocación, la universidad no puede desentenderse de la inserción laboral de
sus alumnos ni olvidarse de que las prácticas son un instrumento idóneo para
comprender mejor la teoría.
La convergencia
europea supone apertura internacional. Más que ninguna otra generación, los
estudiantes de hoy han crecido en un mundo globalizado y quieren una
universidad abierta a la proyección internacional. Bolonia posibilitará que un
estudiante de cualquier universidad europea pueda continuar su carrera en otra
institución de la Unión Europea. La calidad y el prestigio de las universidades
configuran el eje de esta nueva movilidad del conocimiento, y hemos de
conseguir que nuestros centros sean espacios de referencia y atractivos para
muchos estudiantes internacionales.
El proceso de Bolonia
actúa como una potente caja de cambios, que nos va a permitir a todos avanzar a
buen ritmo. Pero la clave no está en alcanzar una velocidad trepidante, sino en
saber a dónde queremos llegar. El desafío quedará bien resuelto si nos tomamos
en serio el sentido de nuestro trabajo; si no olvidamos la capacidad de la
universidad para formar ciudadanos con afán de servicio, sensibles a las
necesidades de los más necesitados, comprometidos con el progreso de la
sociedad.
Bolonia, la ciudad
italiana con la universidad más antigua del mundo, simboliza hoy para los
jóvenes la posibilidad de formarse en una institución dispuesta a cambiar las
rutinas empobrecedoras por un espíritu innovador. A ninguno se nos ocultan los
obstáculos. Podremos abordarlos con éxito si las administraciones públicas
superan viejos esquemas y aprueban lo antes posible una normativa flexible,
adaptada a las nuevas necesidades. Y si las universidades ofrecemos
titulaciones atractivas y una docencia de calidad.
Ángel José Gómez
class=SpellE>Montoro
Rector de la
style='font-family:Arial'>Universidad de Navarra
(Publicado en la Gaceta de
los Negocios, 3.7.2006)
Para saber más:
Walter Bateman,
"Alumnos curiosos", Gedisa 2000
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3900">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3900
Alejandro Llano, "Repensar la
universidad", Eiunsa 2003
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4526">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4526
George
class=SpellE>Steiner, "Elogio de la transmisión", Siruela
2005
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3741">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3741