La historicidad de la verdad es una de las cuestiones más interesantes y novedosas que afronta el profesor Gómez Pérez en su reciente trabajo “acerca de la verdad en los tiempos de la posverdad”, que ha publicado recientemente ediciones Rialp en su colección “pensamiento actual”. Es lógico, que nuestro autor comience el tratamiento de la cuestión, buscando la definición de historia y, seguidamente, separando la historia del historicismo. Es más, recordará la importancia de la conjunción gracia de Dios y libertad humana, para distinguir los verdaderos y los falsos historicismos.
De hecho, lo histórico, la visión de la historia, es muy importante, pero siempre que se evite caer en esa enfermedad de los “ismos”, es decir, sin caer en la enfermedad del historicismo: “historicismo no es dar un valor a la historia, sino concebir la realidad sólo según categorías históricas” (105).
Un poco más adelante, recordará el profesor Gómez Pérez que “la historicidad de nuestro conocimiento de la verdad depende de la distinción real entre “esencia y esse”, a lo que añade; de la distinción real de “essentia- intellectus” y, terminará por añadir de modo impresionante: de la realización temporal de la esencia en el ser y del entendimiento en la esencia” (144).
Es lógico que Gómez Pérez vaya despacio en el desarrollo de esta parte de su exposición, como si deseara ayudarnos a dar los pasos necesarios para construir juntos un verdadero castillo conceptual: “No es posible seguir adelante en el intento de establecer la historicidad sin dejar claro el aspecto de la distinción real que, más o menos propiamente, podría llamarse estático” (145).
Precisamente, en la actualidad, por la manera de plantear la filosofía, es muy conveniente recordar lo que afirmaba Gilson acerca del universo de Santo Tomás, pues siempre lo denominaba “el universo tomista”, y lo mostraba como “un universo de existentes” o mejor dicho “hecho de ellos. No se trataba de prescindir de las “esencias”. Se trataba de vivificarlas en el “actus essendi” (146). Es en ese contexto, cuando Gómez Pérez aporta una precisión más y además con fuerza: “A un ser histórico, el del ser humano, corresponde, por tanto, un entender histórico. He aquí una conclusión fundamental, que explicará radicalmente la comprensión histórica de la verdad” (148).
Es interesante que el historicismo le llevará a profundizar en la verdad: “En este clima histórico se ejerce la actividad de la ‘ratio’ y del ‘intellectus’. Y como consecuencia, es posible progresar en la verdad, comprender más de una verdad, que, no obstante, su oscuridad pasajera, siempre lo fue (…). Cada problema tiene un recorrido histórico semejante a la vida: nace, evoluciona, madura, decrece o se olvida. Cuando son problemas que se basan en exigencias inderogables su averiguación no termina nunca, pero a veces se da una madurez histórica en la que el intelecto está en condiciones de profundizar más de lo acostumbrado. Pero determinadas cuestiones no son solucionadas jamás, por la sencilla razón de que no son un problema, sino un misterio” (171-172).
José Carlos Martin de la Hoz
Rafael Gómez Pérez, La verdad en los tiempos de la posverdad, Rialp, Madrid 2020, 196 pp.