El profesor coreano asentado en Alemania, Byun-Chui Han, ha planteado muy inteligentemente este nuevo trabajo que acaba de publicar pues, como iba a hablar de esperanza, ha dedicado su fino y certero análisis, no a denigrar la cultura y la civilización contemporánea, como suele hacer habitualmente, sino a intentar abrir una puerta a la esperanza desde el comienzo hasta el mismísimo párrafo y línea final de su ensayo, cuando afirma: “la clave fundamental de la esperanza es la venida al mundo como nacimiento” (140).
El ensayo que estamos presentando tiene la particularidad de insertar en sus páginas, unas imágenes de cuadros del artista alemán Anselm Kiefer quien le une una gran amistad con el autor. Las láminas han escogidos entre ambos y entre la inmensa producción del gran artista Kiefer, de acuerdo con las obras más representativas sobre la esperanza y que más se adecuaban al fondo y a la forma del trabajo filosófico y vital que ahora tenemos entre manos. El objetivo, por tanto, de esa idea sería presentar “imágenes que nos hacen pensar”.
Un ejemplo muy interesante de esta relación entre arte y literatura sería la larga exposición de nuestro autor sobre la muralla china: indudablemente una muralla de tantos kilómetros de longitud que cubre un trecho tan extenso de frontera resulta imposible de vigilar y de mantener, por tanto: “en realidad la muralla china no protege del mundo exterior, sino que aglutina el mundo interior” (79).
Asimismo, podríamos añadir que en realidad este libro podría sintetizarse como textos de personajes actuales o muy introducidos en la cultura de nuestro tiempo que tienen de común que “nos hacen pensar” sobre la esperanza, pues como afirma nuestro autor: “La esperanza agranda el alma para que aloje las cosas grandes, Por eso es una excelente vía de conocimiento” (99).
Verdaderamente el trabajo es una selección de textos de autores de nuestro tiempo magníficamente seleccionados y de un indudable interés y categoría que proporcionan a la obra hondura y capitalidad.
La relación de los autores más profusamente trataos sería la siguiente: Camus, Benjamin, Arendt, Heidegger, Moltmann, Kafka, Havel y Adorno: “las personas pueden actuar porque pueden esperar” (64).
El gran éxito de este trabajo estriba en primer lugar, como ya hemos dicho en ser esperanzado y positivo. En segundo lugar, la calidad de los autores citados y comentados, cuya relación ya hemos expuesto someramente e, inmediatamente, las breves e interesantes comentarios que realiza Byun-Chui Han, siempre con moderación: “La esperanza como estado de ánimo básico no está sujeto a ningún suceso intramundano” (132).
José Carlos Martín de la Hoz
Byun-Chui Han, El espíritu de la esperanza, ediciones Herder, Barcelona 2024, 141 pp.