Integridad de la persona

 

El profesor de teología moral de la Universidad de la Santa Cruz de Roma, Martin Rhonheimer, ha reeditado y ampliado su importante trabajo sobre la ética de la procreación, denominado también sobre la paternidad responsable, publicado para los lectores en lengua castellana en 2004.

La base de su investigación y aportación antropológica se apoya fundamentalmente en la renovación del concepto de persona humana que ha tenido lugar en el magisterio reciente, especialmente en la Encíclica “Veritatis splendor” de san Juan Pablo II, publicada el 6 de agosto de 1993.

Indudablemente, tanto en el catecismo de la Iglesia católica como en los documentos magisteriales se retoman las aportaciones de la antropología teológica y filosófica desde el Concilio Vaticano II.

Para explicar el concepto de unidad del aspecto unitivo y procreativo (Humanae vitae, n. 12), recordemos con el profesor Martin Rhonheimer la importancia de estudiar la unidad de la persona humana; entendimiento, voluntad, afectos y sentimientos, en todos y cada uno de los actos libres con los que actúa y madura el ser humano (35).

Indudablemente, desde la teología de comunión revalorizada por el papa Benedicto XVI en la Encíclica “Deus Caritas est” del 25 de diciembre de 2005, la relación íntima de las tres divinas personas ha de ser tenida en cuenta al estudiar la persona humana y su ser relacional. En definitiva, para conocer al hombre es preciso verlo en su integridad y verlo en su relación con Dios y con los demás hombres.

La vida es unidad y la muerte es disgregación. El don de la vida se comparte en la relación con Dios y con los demás, sabiendo que sólo Dios es verdaderamente señor de la vida y de la muerte.

Cuando los esposos deciden libremente entregarse de por vida en el matrimonio y, después, actualizan esa entrega del don de si a Dios y al otro cónyuge, para desde esa unidad del matrimonio construir un hogar donde son recibidos las demás familias que componen el género humano, están realizando una acción divina y humana que les conduce directamente, con la gracia de Dios, a la santidad.

La clave del matrimonio, según nos explica Martin Rhonheimer es no romper la comunión con Dios y entre ellos. Es un amor relacional que podría expresarse en un triángulo, Dios y los dos cónyuges. El acto conyugal es un acto de amor personal y relacional (68) y por tanto no tendría sentido introducir elementos que lo falseen y lo vacíen de la unidad de la donación y de la identificación espiritual y corporal (75).

José Carlos Martín de la Hoz

Martin Rhonheimer, Ética de la procreación, ediciones Rialp, segunda edición en castellano, Madrid 2023, 282 pp.