La editorial Homolegens
que dirige el Profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de
Alcalá de Henares, Javier
Paredes, acaba de reeditar el famoso trabajo de Paul Johnson sobre la figura del Intelectual en los siglos
XIX y XX.
Indudablemente
la ironía y el agudo análisis de esta obra no ha perdido
actualidad, baste con leer los comentarios en el capítulo final sobre
los intelectuales ingleses y americanos que participaron en las Brigadas
Internacionales en la guerra civil española.
Efectivamente,
desde el siglo XIX el mundo cultural se fue poblando de pensadores que se
erigieron en autoridades y que fueron seguidos por otros muchos. Algunos de
ellos parecían preconizar una nueva religión y en ocasiones se
mostraban como el nuevo clero. En cualquier caso, como expresa Johnson: “Una de las características
más significativas de los nuevos intelectuales laicos fue la tendencia a
someter a escrutinio tanto la religión como a sus protagonistas”
(p.14).
La cuestión es que con sus duras críticas
sembraron el mundo de desconfianzas, especialmente acerca de todo lo
sobrenatural y religioso. Muchas veces esas actitudes no venían
acompañadas de ninguna coherencia. Y eso es lo que Jonson va a
desenmascarar: “Pretendo centrarme
en las credenciales morales y críticas de los intelectuales, aquellas
que les permitieron inspirar a la humanidad una forma de conducta determinada”(p.14).
Así pues, Jonson hace una amplia
relación de personajes, aunque no exhaustiva, a los que analiza
duramente y acaba desautorizando de alguna manera. Rousseau, Shelly, Marx, Ibsen, Tostoi, Hemongway, Beltor Brecha, Sussell, Sastre, Wilson, Gollancz,
Hellman, tienen capítulo propio pero son
muchos más los citados y más someramente tratados.
En
el capítulo final aparecen las ideologías del siglo XX en
acción en la Segunda Guerra
Mundial y en su antecedente: la guerra civil
española. También
desarrolla críticamente el mundo de las utopías y de las
actuaciones impositivas que en muchas ocasiones las acompañaron.
Como
resalta Jonson en sus palabras finales: “Por encima de todo, debemos recordar en todo momento algo que los
intelectuales suelen olvidar: la gente es más importante que los
conceptos y sus derechos siempre deben permanecer. El peor despotismo es la
cruel tiranía de las ideas” (p.584).
Tomemos estas páginas como un ejemplo de la
importancia de hablar desde la coherencia de vida y, sobre todo, del respeto de
la dignidad de la persona humana. Sólo intentando sembrar confianza
podremos construir una sociedad en paz y en crecimiento de los
auténticos valores humanos.
José
Carlos Martín de la Hoz
Paul JOHNSON, Intelectuales,
ed. Homolegens, Madrid 2008, 622pp.