El reciente trabajo del Prof. Gian
Luca Potestá sobre la vida y obra de Joaquín de Fiore, muestra la constante actualidad del célebre abad de
finales del siglo XII. En esta investigación se van desgranando
cronológicamente las obras de Joaquín entrelazándolas y descubriendo los
retoques e influencias de unas en otras.
Siempre en los escritos de Joaquín de Fiore
están presentes las visiones apocalípticas que le harían famoso. Así comenta el
autor que Joaquín escribió el Exhortatorium Iudeorum, por creer próximo "el tiempo de la
misericordia, el tiempo de la consolación y conversión" (p.97). En el contexto del Lateranense III y del
Decreto de Alejandro III, Sicut Iudaeis "era natural que Joaquín pudiera desear
una nueva misión hacia los judíos por parte de los obispos" (p.105).
En el conjunto de este trabajo se muestra como 1186 fue una
fecha clave: "En los escritos de Joaquín se establece aquí por primera vez
una relación directa entre las tres personas de la Santísima Trinidad
y la historia de la Salvación, distribuida en tres grandes fases" (p.123).
La gran visión de la historia de la Iglesia que haría
célebre al abad de Fiori la sintetiza Gian
LucaPotestá con estas palabras: "Durante
un primer tiempo, al pueblo judío se manifestó solemnemente el Padre. En un
segundo tiempo el pueblo cristiano ha conocido y conoce al Hijo (…); el segundo
tiempo durará hasta la conversión final de Israel. Llegará por lo tanto, un
tercer modelo, un populus spiritalis
capaz de conocer al Espíritu a la vez que al Padre y al Hijo"
(pp.123-124).
Es en el período final donde Joaquín de Fiore
exalta la misión de los religiosos: "Los cistercienses son, pues,
exaltados como protagonistas de la fase final de la historia: Joaquín llega a
afirmar que el Espíritu ha dejado embarazada a la orden, haciendo salir de ella
a sus propios hijos" (p.196).
Como recuerda el autor de este trabajo, para el abad la
Biblia está llena de símbolos que refuerzan su teoría: "La idea es siempre
encontrar en la Biblia y en la liturgia motivos para confirmar, enriquecer y
precisar su visión de la historia: el esfuerzo interpretativo se pliega a las
grandes intuiciones teológicas, pero al mismo tiempo las robustece y articula
de manera creíble y fidedigna" (p.198).
Las obras del abad fueron entregadas a la Santa Sede, en 1188 conminado
por el Papa Clemente III: "Joaquín es invitado a concluir, corregir y
entregar cuanto antes las obras empezadas bajo la orden y exhortación de Lucio
III y Urbano III: la Concordia y la Expositio"
(p.244).
Poco tiempo después fue calificada su obra por Pedro Cantor
(discípulo de Pedro Lombardo) como inútil e impropia: "El ataque muestra
con qué precocidad fueron conocidas y criticadas en los ambientes de las
escuelas parisienses las doctrinas de Joaquín, que en los decenios posteriores
fueron objeto de verdaderos ataques por parte de numerosos maestros
universitarios" (p.297).
Joaquín de Fiore murió en 1202
dejando sus textos en el juicio de la Iglesia (p.380): "Sin que hubiera
sucedido nada de lo que había previsto" (p.388)
José Carlos Martín de la Hoz
Gian
Luca POTESTÁ, El tiempo del Apocalipsis. Vida de Joaquín de Fiore,
ed. Trotta, Madrid 2010, 452 pp.