La alegría de la Pascua

 

Es una tradición creciente entre los católicos del mundo entero felicitarse las pascuas de resurrección, e incluso en algunos pueblos y culturas se envían en estas fechas, recordatorios y regalos, todo ello por la profunda e inmensa alegría de la Resurrección del Señor. Ya lo afirmaba san Pablo, “si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe” (1 Cor 15, 14), a lo que podríamos añadir también que al igual que moriremos con Cristo, también resucitaremos con Él. Una verdad consoladora. Lógicamente, en estos días tan señalados de la Pascua, es lógico que nuestra mirada se dirija al tratado de la Escatología, los novísimos, para refrescar estos misterios centrales de nuestra fe y meditarlos.

Así pues, tomemos un tratado teológico de gran envergadura, aunque de pequeño formato, me refiero a uno de los libros contenidos en la biblioteca de iniciación teológica que editó Rialp en 2011, y que lleva ya cinco ediciones publicadas, acerca del tratado teológico de la Escatología.  La obra está magníficamente redactada y elaborada por dos grandes teólogos y hombres de fina sensibilidad literaria y artística: el sacerdote Jorge Molinero, Doctor en Teología y periodismo, párroco de san Josemaría de Valencia y Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva, avezado profesor, artista y teólogo sevillano afincado en la capital del Turia.

Lo primero recordar la armonía gracia y libertad: “Dios es tan respetuoso con el don de la libertad que concede al hombre que se contiene ante su uso perverso y guarda silencio. Este silencio es tremendo; pero un día hablará: el día del Juicio Universal. Entonces «se abrirán los libros de las conciencias, y se abrirá también otro libro, que es el de la vida: y serán juzgados los muertos por las cosas escritas en los libros, según sus obras» (Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, n. 13)” (65).

Enseguida, los autores vuelven al evangelio: “El mensaje de una esperanza de vida para siempre más fiable que ha recibido la humanidad dice así: «No está aquí, porque resucitó, como había dicho» (Mt 28, 6). Gracias a la obediencia de Jesús en el árbol de la Cruz y a su victoriosa Resurrección, cambia definitivamente el sentido de nuestra vida y de nuestra muerte. Debido a ellas, se nos han abierto las puertas de la eternidad gloriosa” (70). Inmediatamente añadirán: “la fe en la Resurrección del Señor se consolidó históricamente en una atmósfera de incredulidad, que sólo se abandonó ante la evidencia inmediata y reiterada de las apariciones de Cristo” (71).

Así pues, estamos ante un misterio: “La Resurrección del Señor es un hecho históricamente comprobado, ya que se produjo en un momento preciso de la historia y en un lugar concreto, si bien se trata de un acontecimiento misterioso, sobrenatural, y que, por tanto, se sustrae a la percepción humana” (72). Pero un misterio fontal: “La Resurrección del Señor, pues, es un hecho histórico tan sorprendente como consolador para las expectativas humanas que no se conforma con la muerte. Este acontecimiento singular no es algo cerrado en sí mismo. La revelación nos asegura que Jesús no solo ha resucitado, sino que Él mismo es la «resurrección y la vida» (Jn 11,25).

José Carlos Martín de la Hoz

Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva y Jorge Molinero, El más allá. Iniciación a la Escatología, ediciones Rialp, Madrid 2000, 205 pp.