La amistad en el mundo clásico

 

La reciente reedición y traducción al castellano del célebre tratado de David Konstan, catedrático de lenguas clásicas y profesor de New York University, publicado hace ya más de veinte años, sobre la amistad en el mundo clásico, pone de nuevo sobre la mesa del debate cultural, la amistad, uno de los valores más perennes y fecundos de la cultura occidental que hunde sus raíces en la filosofía, el pensamiento, la cultura y la literatura clásica romana y griega (11).

En efecto, nuestro autor comienza recordando que “philos” y “amicus” son los términos griego y latino de las lenguas clásicas para referirse a la amistad, e inmediatamente señalará: “el cometido de este libro es analizar su aparición y uso en el mundo clásico a lo largo de la historia” (55).

Habrá de ser, por tanto, el propio lector, según los objetivos breves y precisos que se ha marcado el profesor Konstat, quien establezca las conexiones y realice con claridad los puentes para alcanzar las conclusiones y extraer las lecciones para la vida y las actuales relaciones del hombre contemporáneo.

En cualquier caso, es indudable que lo más interesante de un libro como este, es la abundante bibliografía que proporciona nuestro autor, así como la selección de las fuentes clásicas utilizadas. Es ahí donde se descubre la categoría del autor que es el profesor Konstan y, evidentemente, la extraordinaria profundidad y finura de su importante trabajo.

Inmediatamente, hemos de añadir que la primera aportación de nuestro autor es que en el mundo griego la mayoría de los autores consultados, así como las obras de los investigadores más importantes sobre la materia suponen que “el alcance del término «philos» es más amplio que el de amigo e incluye tanto a los parientes como a los compatriotas” (115).

Es interesante comprobar que ya en el mundo clásico, el esfuerzo era determinante para diferenciar el grado dentro de la amistad y, por tanto, de la señal para descubrir al auténtico amigo del falso: “Los griegos, sin embargo, veían la diferencia como una confirmación de buenas intenciones: ser amigo es tener la capacidad de prestar ayuda cuando se necesita” (118). Es más, la prestación de ayuda o no convertía al familiar en enemigo o en amigo (119).

De la ayuda material o física e incluso de la espiritual se fue dando el paso al concepto más amplio de confianza: “el pensamiento de Orestes es que la confianza es la prueba de la amistad; si buscas a alguien que te apoye, elige a un «hetairos», no a un familiar, aunque en teoría un pariente también podría servir. (…). A lo largo del desarrollo de la tragedia griega, se considera el apoyo sin fisura como el criterio esencial para una amistad, afilando el contraste entre la cautela de Menelao y la dedicación abnegada de Pilades” (121).

José Carlos Martín de la Hoz

David Konstan, La amistad en el mundo clásico, ediciones Avarigani editores, Madrid 2019, 373 pp.