El profesor Melquiades Andrés (1916-2014), natural de un pequeño pueblo de Palencia, y fallecido a los 97 años en Valladolid, ha sido uno de los autores más prolíficos del siglo XX.
Ha historiado temas tan interesantes como: Los recogidos (Madrid, 1975), Historia de la teología española en el siglo XVI (Madrid 2 vol., 1976-1977); Historia de la Teología Española (Madrid, 2 vol., 1983-1987); El dinero de los Reyes Católicos para el descubrimiento de América (Madrid, 1987), Dinero, cultura y espiritualidad (Bogotá 1990); Misioneros extremeños en Hispanoamérica y filipinas (Madrid, 1993); La fuerza decisiva. Reforma y vivencia en la época de los descubrimientos (Cáceres, 1993); Historia de la mística en la edad de Oro en España y América (Madrid,1995), Antología de textos de la mística (Madrid, 1997).
En la obra que ahora presentamos, nos ofrece un esquema de la Historia de la teología y, en concreto, de lo que fue el vértice de su enseñanza: la verdadera armonía entre fe y razón: "Los escolásticos son maestros de razón que reflexionan sobre el contenido de la autoridad revelada y buscan explicaciones de la misma. En ello coinciden judíos, musulmanes y cristianos. Un ejemplo magnífico sería la primera cuestión de la primera parte de la Suma Teológica de Santo Tomas" (83).
La metodología pedagógica formativa del siglo XIII siguió por tanto el camino más oportuno e interesante: "El alumno oye leer y comentar un autor modélico, a continuación lo estudia en los autores maestros (autoridades), después lo imita, finalmente, trata de superarlo. El comentario constituye el tipo de trabajo escolar más importante. De ese modo los maestros del pasado se inscriben en el presente. Si éste es la Biblia, se hace según los cuatro sentidos" (83).
La evolución metodológica desde las cadenas y florilegios hasta las sumas teológicas pasa por el comentario “como tarea casi única, en épocas de escaso movimiento intelectual, de jerarquización social, social, religiosa y económica" (84).
Es lógico que se comparen las sumas teológicas y las catedrales góticas, “pues la tendencia hacia la altura es presentada repetidamente como la aspiración del hombre hacia Dios” (84).
El primer paso fue, por tanto, la obra de "San Buenaventura que continúa la obra de Alejandro de Hales y prepara la de Escoto, que fijará las coordenadas del agustinísmo franciscano. De ahí la orientación mística de sus obras” (88).
Pero la teología sistemática, como la triunfante en el siglo XIII, reposa en la convicción de “la posibilidad de la transposición de una noción humana a una realidad o conjunto de realidades reveladas, por medio de la analogía". De ahí que con la mente poderosa de Santo Tomás de Aquino: '"La procesión del Verbo de Dios se realiza de manera eminente única y misteriosa, pero puede ser explicada por la filosofía de la generación y la intelección" (98).
José Carlos Martín de la Hoz
Melquiades Andrés Martín, Pensamiento teológico y cultura. Historia de la Teología, ed. Sígueme, Salamanca 1989.